Ser madrastra es un marrón, siempre lo he dicho. Pero ser madrastra y esperar un bebé, es un marrón súper oscuro si tienes en el campo contrario a una madre con ganas de dar guerra.

¿Y qué ocurre? Que a los miedos de una madre primeriza, se suman los miedos derivados del conflicto que viven los padres de tu hijastra. Por tanto, preguntas como:

 

¿Qué pasará si tiene celos?
¿Y si no quiere venir a casa porque ya no es el centro de atención?
¿Y si su madre le dice que ya no la vamos a querer?

se cuelan en mi cabeza, toman asiento y se pillan un bol de palomitas mientras les doy vueltas y vueltas cada vez más rallada… y me asaltan algunos miedos como estos.

 

5 miedos de mamimadrastra primeriza:

Papá ya no te va a querer tanto…

Esta frase me da pánico porque sé que la va a tener que escuchar. Durante estos cinco años hemos tratado de que se sienta muy querida y, además, que sea consciente de que la queremos mucho. Nunca estableciendo una competición con la madre en plan «¿quién te quiere más?», pero siempre insistiendo en que «Papá y mamá te quieren igual».

Durante este tiempo ella ha sido el centro de atención y no ha tenido que «competir» en amor con nadie. Por eso me da mucho miedo pensar lo que pueda ocurrir cuando nazca el bebé y piense que igual su madre tiene razón y su padre ya tiene otro bebé a quien querer.

 

Que mi hijastra no quiera venir a casa

Este es un miedo derivado del anterior: que no se sienta el centro de atención y, pasado el boom del nacimiento, no quiera venir a casa para no tener que compartir territorio. Tengo amigas divorciadas que cuentan cómo sus hijos se resisten a ir a casa del padre porque tiene un hijo más o porque su pareja tiene un hijo y ya no todo gira entorno a ellos. Cuentan cómo tienen que insistir para que vayan y mantengan ese vínculo porque saben que esa fase de «celos» es normal. Pero sé que aquí no va a ocurrir esto, la madre no va a insistir, todo lo contrario.

 

No ser capaz de crear entre los hermanos un vínculo fuerte

Este también es un miedo permanente. Hay una diferencia de edad importante entre ambos y, además, no van a convivir juntos todos los días. A veces pienso en los cumpleaños: lo celebrarán un año juntos y un año separados. No pasarán todas las navidades juntos… También pienso en el día a día. 

El vínculo entre ambos para mí es muy importante y esto es algo que me preocupa.

 

Rechazar a mi hijastra

Y esto es lo que realmente me aterroriza. Alguna madrastra/madre me ha escrito y me ha advertido de esta cuestión, sobre todo durante el posparto, y me da pánico. Unas me dicen que es porque se convierte en la persona que trae las malas noticias del otro lado; otras porque por eso no te dejan disfrutar de tus hijos tranquilamente…  

La verdad es que no puedo ni quiero imaginar esta situación. Aunque sé que durante el posparto todo en tu mundo se descontrola, me da auténtico pánico pensar que pueda sentir algún tipo de rechazo o hartazgo. 

 

Que nuestro hijo se críe en un entorno en ebullición

Esta también es una de mis principales preocupaciones. A veces miro al futuro y lo veo todo negro. Me veo teniendo cerca toda la vida a una persona cuyo objetivo en la vida es poner la nuestra del revés. Y veo conflictos y una niña más mayor que, puede haber visto la realidad y convivir; o puede que no y rechazarnos.

Veo juicios, veo Servicios Sociales, denuncias, comisarías… veo mails horribles a las doce de la noche… Y me da vértigo porque yo no quiero que nuestro hijo se críe en un entorno en ebullición. Yo no quiero que nuestro hijo tenga que adaptarse a esa situación tan asquerosa en la que estamos metidos. 

Intento pensar cómo voy a mantenerlo al margen de eso y entonces me viene a la cabeza el esfuerzo sobrehumano que hacemos cada vez que tenemos que aparentar ante mi hijastra que no pasa nada, que todo está bien. Y tenemos que seguir con los mismos bailes y los mismos juegos aunque tengas el estómago encogido. Y me parece inabarcable.

 

Miedos por ser madre, por ser madrastra y por ser primeriza

Como veis, todo es un festival de miedos por muchísimas cosas y a los miedos propios de una madre primeriza, se suman los de una mamimadrastra primeriza. Por ahora no estoy haciendo demasiado para combatirlos, pero tampoco estoy dejando que me coman. Están ahí, aletargados y yo los miro con distancia y de reojo; sin querer hacer ruido para que no salten. 

Pero siguen ahí… Por ahora confío en que, al menos, los que dependan de mí sean pasajeros.