Mi hijastra es una amante de los animales (como todos los niños, supongo). Y también una cotorra  (como todos los niños, supongo). Y, a veces, entre cotorreo y cotorreo, me suelta unas cosas que me dejan k.o. Eso fue lo que hizo el otro día cuando, sin esperarlo, se marcó un alegato en defensa de los animales que quiero compartir con todos vosotros.

 

Alegato en defensa de los animales mientras patinamos

Hace unos días salimos a patinar y decidimos hacer una ruta distinta. Explorar nuevos caminos y buscar un carril bici chulo y nuevo. Para eso tuvimos que patinar por aceras nuevas, sortear árboles e incluso agacharnos para que no nos dieran sus ramas. Fue un planazo.

La nueva ruta nos llevó a un parque de Madrid que más que un parque parece un vertedero.

-Seguramente habrá ranitas -le dije-. Pero lo más probable es que cuando nos acerquemos se asusten y se callen.

No imaginaba que acababa de darle pie para marcarse un súper alegato que decía más o menos así:

 

¿Sabes que hay gente que mata a los animales porque sí? Les hace daño y no se da cuenta de que también sienten. ¿A que si te doy un pellizco en el brazo te hago daño? Claro, pues a los animales también, pero como no pueden hablar pensamos que no les hacemos daño, pero sí se lo hacemos, por eso lloran. Los animales lloran, ¿sabes? Lloran.

Los animales son como nosotros, ¿sabes? pero más pequeños. Bueno, también hay algunos más grandes como los elefantes. Algunos son peluditos, pero quiero decir que son como nosotros porque tienen también a sus padres y su familia. Y hay gente que eso no lo sabe y les hace daño. A veces, cuando la gente ve un oso se asusta y dice: 

-¡Un oso! 

Y piensa que el oso quiere hacerle daño porque igual coge la mano y la pone delante, ¿sabes? Como si fuera a pegarle. Y entonces esa persona se asusta y lo mata. Pero el oso no quiere hacerle daño, solo  tiene miedo porque no sabe si esa persona quiere matarlo. Solo le está pidiendo respeto. ¿Por qué tratan mal a los burritos y la gente se sube en ellos y los cansa? A ver… ¿por qué? 

Hay que respetar a los animales, como nos respetamos nosotros. Como  yo te respeto a ti o a papá o a mamá. Pues eso. Los animales también están con nosotros y hay que respetarlos.

-¿Qué significa respetar, Pizki? -pregunté

Respetar es querer. Cuando quieres a un animal eres bueno. No puedes ser bueno si no respetas a los animales.

 

Esto me lo decía mientras bajábamos una cuesta. Me llevaba cogida de la mano porque se niega a aprender a frenar (es terca como ella sola). Y yo escuchaba esa vocecilla con la que  parecía estaba acariciando a todos esos animales de los que hablaba y pensaba lo importante que es educar a los niños en el respeto y la defensa de los animales.

Llegamos a una charca con ranas e hizo un parón en su alegato:

-Shhh, silencio. Es probable que no estén porque suelen asustarse y se esconden -le dije.

 

Sin embargo, vimos cinco ranas. Todas quietas con los ojos abiertos y sin mover un músculo.

-¿Ves? No se mueven. Saben que con nosotras van a estar a salvo -me dijo-. ¿Ponemos un cartel para que toda la gente que venga al parque sepa que si no les hace daño a las ranas se quedan tranquilas y puede verlas?

 

No pusimos un cartel en el parque, pero hoy comparto su reflexión para que llegue a todos.

 

Nota: Me sentí muy orgullosa de ti el otro día, Pizkitina. A veces los corazones más pequeños son los más grandes.