La alienación parental, interferencia parental, rechazo filio-parental injustificado o como cada cual quiera llamarle, conlleva una serie de patrones en la conducta en los niños que, en muchos casos, son comunes.
En nuestro caso, y según nos ha explicado la psicóloga de la peque, la parte racional de su cerebro está totalmente anulada. Ella no puede pensar por sí misma. Al creerse la misma persona que su madre, sus deseos, gustos, rechazos… son los mismos. Y no solo eso, lo que le dice su madre es lo que es porque es como si lo dijera ella. Esto hace que nos resulte muy difícil razonar o hablar con ella desde la lógica porque su cerebro racional no responde y no atiende a las fórmulas de la lógica.
Por ejemplo, si su madre le pone un pantalón roto y le mostramos que está roto, ella te dice que lo acabas de romper tú. Da igual que le muestres un vídeo de cuando ha llegado en el que, casualmente, se ve el pantalón roto. Insiste en que no venía roto aunque le muestres esa prueba.
Tampoco podemos hacer nada en el caso «contrario». Por ejemplo, si su madre le dice que su padre le ha escrito un mail insultándola y le enseña un mail con insultos, no podemos hacerle comprender que eso no lo ha enviado su padre; ni podemos entrar a decirle que ese correo se lo habrá enviado otra persona o que lo habrá escrito ella misma; ni siquiera podemos decirle que papá nunca haría eso porque su cerebro racional no lo va a entender.
Este es un caso extremo que hemos vivido ante el que es muy difícil actuar porque es obvio que, para ella, ese correo es una evidencia, como lo sería para un adulto. Sin embargo, tu vídeo no es una evidencia. Ahí entra en juego la confianza que tenga en ese progenitor y, un niño manipulado, no confía si no es en el progenitor manipulador.
Pero las cuestiones del día a día sí se pueden desarticular, quizás no de una en una, pero sí en su conjunto. ¿Cómo? Según nos ha dicho su psicóloga, apelando a su cerebro emocional. ¿Y cómo se apela al cerebro emocional? Regalándole sensaciones.
Alienación parental: llévalo al mar y deja que sienta el agua en su piel
Para entender cómo ven la realidad estos niños, tenemos que ver en qué condiciones se encuentran.
Imagina que tu hijo tiene una venda en los ojos que le permite ver, aunque no con claridad, lo que tiene en frente. Ve que hay luz, objetos… pero no sabe exactamente qué son.
Tú le dices que estáis en la playa y que eso que ve azul es el mar; que hace mucho sol. La otra parte le dice que no, que no está en el mar, que eso azul es, en realidad, una piscina. Y que realmente no hace tanto sol como le dicen.
A estas alturas sabrás que no importa lo que le digas; ni siquiera que le digas:
¡Pero mira al suelo! ¿No ves que es arena?
No, es césped. Mamá dice que es césped.
Ante esto, lo mejor que puedes hacer es dejarle sentir. Deja que se meta en el agua, que pueda ver si es salada o no; que se descalce y note la arena en los pies; que note si el sol calienta o si no lo hace… Él seguirá con su venda, pero tenga esas sensaciones. Y es muy muy posible que tras bañarse, notar el agua salada, pisar la arena caliente… te diga que no es el mar, sino una piscina y que mamá tenía razón. Pero también es muy posible que en un futuro sepa que ese día, efectivamente, estuvo en el mar.
Alienación parental: menos explicaciones y más vivencias
Intentar razonar con estos niños es muy difícil. A veces te deshaces en explicaciones y te frustras porque te das cabezazos continuos con un muro. Da igual que le digas que el cielo está azul, que si le han dicho que está verde, lo verá verde y defenderá que es verde.
Ante esto, lo que a nosotros nos recomendó su psicóloga hace unos meses es que alimentemos la parte emocional de su cerebro. No vamos a cambiar su discurso de: papá es malo; papá pegaba a mamá; papá me pegaba a mí; papá nos abandonó; mamá es buena; mamá me protege de papá… Pero sí podemos hacer cosas que cambie su experiencia.
Según su psicóloga: es importante que cuando se vaya de nuestra casa tras un fin de semana se vaya sintiendo que lo ha pasado bien, aunque en cuanto llegue a casa de su madre le diga que ha sido todo horrible y se convenza de ello.
Eso no quiere decir que todo tenga que ser de color de rosa; o le tengamos que dar vía libre para que haga lo que quiera, pero sí conviene abordar estos temas desde su experiencia. Porque puede que le hayan puesto una venda para que no distinga si está frente al mar, pero todos podemos distinguir el placer de que una ola cubra nuestros pies. Y esa sensación termina grabándose en el cerebro y es a lo que recurren cuando, aunque hayan decidido en un momento dado romper el vínculo, tienen madurez suficiente para mirar atrás y sacar sus propias conclusiones.
Yo confío en que funcione. Por ahora va muy muy lento, pero bueno, el otro día se le escapó y le dijo a su padre un «Te quiero».
>> Quiero aclarar, aunque que a estas alturas ya no hace falta, que utilizo ejemplos basados en nuestro día a día y hablo de madre manipuladora porque es nuestro caso. La manipulación de menores la pueden ejercer tanto los padres como las madres y estos posts están dirigidos a intentar ayudar a los niños y a las familias que están en esta situación, independientemente de cuál sea el progenitor que manipule.
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