Uno de los retos de este año es aprender a leer, pero en este caso no sirve de nada la cartilla de Micho. Con nuestra Pequeña Mandoncilla hay que aprender a leer jugando.

Realmente ha llegado un momento en el que tenemos que jugar para cualquier cosa: para que aprenda a leer, para que escriba, para que se limpie los dientes, para que recoja el cuarto, para que… todo. Tanto es así que a veces tengo la sensación de vivir permanentemente acuciada por la BSO de Benny Hill.

Nuestra peque es tremendamente activa, se aburre con facilidad (o mejor dicho, no sabe aburrirse) y nos trae a todos de cabeza. Además, tiene bastante inseguridad en sí misma y piensa que no sabe hacer nada por sí sola. De hecho, cuando intentamos que lo haga por ella misma, se pone nerviosa y se enfada. Necesita que le ayudemos a todo.

Esto se hace un pelín complicado ahora que empieza a leer y tenemos que hacer deberes en casa y repasar. Además, como está un día con cada uno, no solo tenemos que luchar con ella, sino también con #SuMadreQueSoyYo, quien se empeña en decir que nosotros no leemos con ella, ni hacemos los deberes ni nada porque la niña no nos importa (debe ser que, en su fantasía, nos ve a su padre y a mí deseando que vaya fatal en el cole, o apretando el lápiz con fuerza sobre el cuadernillo y sacando la lengua a la vez que hacemos verdaderos esfuerzos por escribir, unir palabras y hacer circulitos a la letra correcta como si tuviésemos cinco años y dar el pego en el cuadernillo para hacer creer que hace los deberes). Todo sea por seguir trabajando en su proyecto de crear una situación inexistente y conseguir por fin una sentencia que se ajuste a sus intereses. Es realmente agotador.

El caso es que ponernos a leer o escribir es un dolor porque la niña prefiere mil veces hacer cualquier otra cosa a eso. Por este motivo, hemos desarrollado una serie de habilidades y juegos que nos están ayudando a que se centre y comience a leer.

 

6 Consejos para aprender a leer jugando

Crear horarios fijos para esa tarea

Tener un horario fijo le ha permitido crear un hábito y también tener un incentivo para lo que viene después (que normalmente es patinar). Por las tardes, merendamos, leemos un poco y nos vamos a dar una vuelta en patines. Y los fines de semana que está con nosotros, leemos un poquito después de desayunar y ya tenemos la mañana libre.

Esta actividad no la mostramos como una obligación, es decir, tratamos de no decirle cosas como: o lees o no hay patines porque no  queremos que lo interprete como un castigo. Queremos que sepa que es un hábito y una actividad más y que, detrás de una, va otra. Además, siempre lo hace con su padre: él es el encargado de sentarse y leer con ella. Luego a mí me hacen la demo de lo que han aprendido y yo flipo en colores con lo bien que lo hace y lo listísima que es mi niña, por supuestísimo.

La Teacher

Esta niña nuestra es muy mandona y una de las cosas que le ha hecho comenzar a leer es hacerlo con una pizarra delante, como si ella fuera la profesora. Su padre se sienta con ella y juntos van leyendo y, al mismo tiempo, ella lo escribe en la pizarra y lo subraya, que es lo que le gusta: subrayar y dar ímpetu. De este modo practica la lectura y la escritura. 

La bolsa de letras

Uno de los juegos que pusimos en marcha fue el de la bolsa de letras. Recorté un abecedario con goma eva y metí todas las letras en una bolsa. El juego consistía en sacar una letra y buscar algo en la casa que comenzara por esa letra. Como era un juego de cancioncita de Benny Hill, a ella le fascinó, aunque bien es cierto que con tal de ganar hacía cualquier cosa, como decir que con la N está Navadora.

Las rimas

Las rimas es un juego estupendo para aprender vocabulario y para que vaya asentando sílabas. Solemos jugar a este juego cuando vamos en el coche o cuando estamos desayunando. Este tipo de juegos nos han servido también para prescindir de la tablet y dedicar estos momentos a comunicarnos y jugar juntos.

Cuento por las noches

Siempre le hemos leído un cuento por las noches. Normalmente le leíamos cuentos que le escribía e ilustraba yo y en los que abordaba cosas que le preocupaban como, por ejemplo, por qué tenía dos casas. Esos cuentos le encantaban porque se sentía reflejada, conseguía entender la situación y se tranquilizaba. Sin embargo, a ella le gustaba que se los contásemos del siguiente modo: papá en la cama con ella, acariciándole la espalda o cogiéndole la mano; y yo al lado de la cama, en una sillita, leyendo la historia.

El otro día ya empezamos a hacerlo de una nueva forma: ella mirando el cuento y nosotros con el dedo subrayando las palabras para que ella fuera siguiendo la lectura. Son cuentos muy cortos, por lo que le resulta fácil hacerlo.

Leer nosotros

Hace unos días cuando le dije que tenía que leer, me soltó: No puedes decirme que lea si tú no lees. Me dejó k.o., pero tiene toda la razón. Yo siempre he leído muchísimo y ahora, aunque leo bastante menos, suelo leer en casa antes de dormir. Pero en casa de mi chico no tengo libros, por lo que ella no me ve leyendo. Y mi chico lee muchísimo, pero solo documentos y documentos (más autos, sentencias, recursos… Nos vamos a sacar la carrera a este paso). Por eso me he propuesto traerme libros aquí y hacerle una estantería solo para libros suyos y nuestros. Y dedicaremos tiempo a leer los tres. Al final, hay que predicar con el ejemplo.

 

Coordinación con el otro progenitor

Espero que estos consejos sean acertados. A nosotros nos están funcionando por ahora. Lo ideal sería que, en estos casos, hubiera coordinación con el otro progenitor para que el peque siguiera los mismos horarios y creara hábitos. En nuestro caso eso es completamente imposible y por mucho que intentamos coordinarnos no obtenemos respuesta.

Pero bueno, afortunadamente, al final los niños se adaptan enseguida a la realidad que les toca vivir y, en estos casos, saben cuáles son las normas en cada una de las casas. Y, por ahora, en la nuestra le está cogiendo el gustillo a la lectura (por ejemplo, ahora estoy oyendo a su padre decirle que ya terminan y ella dice que no jajaja. Seguro que es por llevar la contraria).

Y vosotros, ¿cómo os las arreglasteis para que vuestros hijos aprendieran a leer?