Que mi maternidad afectara a la relación que tenía con mi hijastra fue uno de mis miedos durante el embarazo. Concretamente, me daba miedo rechazarla. Había oído hablar tanto sobre el amor sobrenatural que se siente por los hijos que me aterraba que dejara de ser tan especial o que surgieran roces.
Aunque en ese momento no lo percibí, el paso del tiempo me ha permitido ver con distancia y perspectiva cómo ha cambiado nuestra relación. Los «baches» por los que ha pasado y cómo hemos ido reconstruyéndola y readaptándola.
El posparto trajo los primeros cambios
Hace un tiempo compartí cómo fue mi posparto con mi hijastra. Cualquier posparto es una fase de cambios y reubicaciones y en este caso no iba a ser diferente. La demanda tan intensa e intensiva de mi hijo hizo que aparcáramos durante un tiempo nuestros momentos juntas. Ya no teníamos noches de chicas (con peli, palomitas y dormir en la misma habitación); ya no salíamos con la bici o los patines juntas… Yo tenía que estar totalmente dedicada al bebé.
Además, mi humor también cambió. Estaba cansada, agotada, especialmente sensible, sobrepasada por la maternidad… y eso hacía que llevara especialmente mal las incursiones de SMQSY. Me dolía lo que le transmitía a la niña sobre su hermano; me dolía hasta el infinito que se refiriera a nuestro hijo en los términos que lo hacía… Y eso hacía que reaccionara como no debía y que viera en mi hijastra una vía de transmisión de todo lo que hacía su madre.
Fueron meses duros.
Reubicando nuestra relación tras mi maternidad
Sin embargo, un día, justo antes del confinamiento, salimos con las bicis. Mi marido porteaba al niño que, por primera vez, había dejado de llorar al separarse de mí y se había quedado dormido, y nosotras pudimos avanzar sin miedo a tener que volver corriendo a los dos minutos a darle el pecho. En ese momento, mientras nos daba el sol en la cara; escuchábamos la canción que siempre escuchamos cuando salimos en bici; y, por unos instantes, habíamos recuperado nuestra vida anterior, me dijo:
Hacía tanto tiempo que no hacíamos algo tú y yo juntas y solas…
Le salió del alma y le salió desde la felicidad de haber recuperado eso. Y ese día me di cuenta de que, efectivamente, habíamos perdido ese espacio. Yo no lo había percibido porque estaba envuelta en la vorágine de las noches en vela; las tomas interminables; los llantos constantes; el cansancio… pero ella sí porque seguía siendo una niña con las mismas necesidades, pero en ningún momento me había exigido esa atención.
La llegada del estado de alarma
Aunque ese día me propuse rescatar esos momentos, los meses que siguieron no fueron fáciles. Mi vuelta al trabajo tan solo unos días después coincidió con el inicio del estado de alarma y, de la noche a la mañana, me vi exactamente igual que hasta entonces pero teniendo que teletrabajar doce horas diarias.
Aunque el régimen de visitas durante el estado de alarma se mantuvo, no había oportunidad de recuperar esa relación. Yo vivía pegada a un bebé las 24 horas al día; dándole el pecho constantemente mientras trabajaba porque era absolutamente imposible dejarlo con su padre o que durmiera fuera de mis brazos. Los bebés de alta demanda son así.
A esto se añadió que aumentaron los conflictos con SMQSY, que vio en el estado de alarma una oportunidad para que la niña estuviera un tiempo sin vernos. Por tanto, cada día había un conflicto nuevo, una excusa nueva… generalmente centrada en el bebé que, de repente, se había convertido para su hermana y la madre de esta en el culpable de todo.
El encierro, unido al encierro que yo ya había vivido los siete meses anteriores porque con mi hijo no había podido salir a la calle más que en ocasiones contadas; más toda esta situación me pasaron factura. Y, sencillamente, no tenía ganas de nada más que de sobrevivir al día a día.
Recuperando nuestros momentos y buscando otros nuevos
Hace unos meses me propuse de nuevo recuperar nuestros momentos. Para mí es muy importante que ella se sienta feliz; que no piense que la llegada de su hermano le ha quitado una parte de su día a día. Me preocupa mucho la relación entre ellos y me ocupo mucho de fortalecerla cada día porque no hay nada que me dé más miedo que el hecho de que nuestro hijo se pueda quedar sin su hermana; o su hermana sin él.
Así que, conforme ha ido pasando el tiempo y yo he ido recuperándome a nivel emocional, porque los últimos meses no han sido fáciles, hemos ido rescatando momentos. Y hemos salido con la bici o a patinar solas; nos hemos tomado una palmera de chocolate por el camino; hemos tenido nuestras sesiones de manicura y pedicura… Hemos hecho esas cosas juntas que hacía tanto que no hacíamos y que a ella le encantan.
Pero, sobre todo, lo que hacemos es compartir momentos con su hermano. Ella, de repente se ha visto más mayor y con nuevas responsabilidades que le gustan. Para ella su hermano es un juguete y disfruta bañándolo, cambiándolo; jugando con él… Y cuando lo hace conmigo intento que sea dentro de un marco «nuestro». Inventamos juegos; intentamos consolarlo; nos coordinamos para cambiarlo sin que se dé una vuelta a traición en el cambiador… Salimos todos en bici, de paseo…
En fin, poco a poco vamos reubicándonos y yo también voy reubicándome y reencontrándome de nuevo dentro de esta vorágine que a veces es la maternidad. Sé que parte de estos cambios en nuestra relación los he propiciado yo, por lo que ahora, que voy encontrándome mejor y con más ánimo, también quiero rescatar la relación que teníamos y nutrirla con cosas nuevas.
Y mis miedos se quedaron en eso, en miedos
En fin, una situación nueva siempre trae cambios. Supongo que, ante la llegada de un bebé, es imposible que todo siga igual. Tampoco hay que preocuparse por ello. Todo forma parte de un proceso e, igual que cuando tiras una piedra en un estanque en calma, llega un momento en el que las señales de su impacto desaparecen, esto es igual.
Eso sí, si de algo me ha servido todo esto ha sido para comprobar que mi amor hacia mi hijastra no ha disminuido ni un ápice. Y no solamente eso, ha crecido porque ahora la quiero también como la hermana de mi hijo y como una parte fundamental en su vida.
Además, estoy descubriendo en ella una generosidad que no conocía y estoy disfrutando muchísimo viendo cómo trata a su hermano; cómo le muestra sus sentimientos; cómo lo cuida… Ver la relación entre los dos está siendo un regalo.
Pero de esto me doy cuenta ahora, cuando la calma está volviendo al estanque. Durante el proceso ha habido momentos difíciles, provocados por mi estado emocional y físico; por unas circunstancias y un contexto que no han ayudado… Pero ante estas cosas no hay nada mejor que aceptar lo que estás sintiendo si ponerte a juzgarlo ni a darle vueltas a la cabeza. Dejar que el tiempo pase e ir contemplando cómo, casi sin darte cuenta, todo va volviendo a su ser.
Quizás no vuelve a ser exactamente igual que era antes, pero eso no tiene por qué ser malo.
26/01/2021 at 19:16
Estoy en búsqueda de quedarme embarazada, con una hijastra de 8 años a la que adoro desde los 7 meses, y a la que yo pienso, quiero como a una hija, y ella a mí, como su segunda madre. (Siempre dice que tiene 1 papá y 2 mamás).
No hay nada que me dé más miedo que todo esto cambie con la llegada de un hermanito.
Leerte me está sentando muy bien. ¡Gracias!
26/01/2021 at 21:10
Ese niño ha venido a salvarla. A través de él va a ver su mundo con otros ojos. Le va a mostrar que su padre la quiere.
27/01/2021 at 07:42
Me han saltado las lágrimas al leer tu post. Tal vez porque debí haber luchando más por mi relación o por mi deseo de ser madre.
Las constantes amenazas de #SMQSY contra mi vida cuando quede embarazada resultaron en una perdida, que hasta ahora sigue siendo dolorosa. La justicia jamás me defendió, hoy 2 años después de lo sucedido aún estoy a espera de un juicio.
Salí de esa relación porque necesitaba seguridad y tranquilidad para mí propia vida. Al leerte imagino lo precioso que hubiera sido que mi bebé creciera con su hermanito.
Eres una mujer muy fuerte. Te admiro mucho.
12/02/2021 at 18:19
Maria, te mando mucho ánimo y mucha fuerza. Cuánto te comprendo.
La primera vez que me quedé embarazada lo supe la misma semana que llegó la demanda de custodia exclusiva acompañada de una sarta de mentiras y calumnias. Lamentablemente, perdí a mi bebé a las 7 semanas. Se me ha complicado mucho la búsqueda de embarazo, pero seguimos intentándolo y no quiero tirar la toalla.
Leer estos post es siempre muy reconfortante.
Mucho ánimo a todas las mamadrastras que luchan por una nueva vida.