¿Y la quieres? Me preguntan a veces… ¿Y cómo la quieres? He reflexionado mucho sobre los que siento hacia la hija de mi pareja, nuestra Pequeña Dictadora, porque, sinceramente, no deja de sorprenderme ver cómo surge en mí algo que no conocía hasta ahora. Un sentimiento que no es más fuerte que otros porque yo, por ejemplo, quiero mucho más a mis padres, a mi hermano por encima de cualquier otra persona; o a mi pareja. Es algo completamente distinto a cualquier otro sentimiento y que me lleva a hacer cosas que nunca creí que haría.

Por eso es normal que muchas veces, alrededor de este tema, surjan preguntas y conversaciones. Incluso algunas madrastras y madres me escriben para contarme su experiencia. ¿Qué cosas suelen plantearse cuando se habla de lo que sientes por los hijastros? Pues cosas como estas…

¿La quieres como si fuera tu hija?

Cuando me preguntan si quiero a la hija de mi pareja como si fuera mía, siempre contesto lo mismo: no lo sé porque no sé lo que es querer a un hijo, pero la quiero de la forma más parecida a como se puede querer a un hijo.

Lo cierto es que nunca he tenido por nadie el sentimiento de protección, de ternura o de responsabilidad que tengo por ella. ¡Nunca pensé que estaría hasta las 4 de la madrugada haciéndole un disfraz para el cole o un scrapbook por su cumpleaños! Ni imaginé que tendría tantas ganas de verla o que lo pasaría tan mal como lo he pasado cuando la he visto malita. Jamás he puesto tanta ilusión en hacer algunas cosas como la he puesto con ella. Y nunca he visto nada tan bonito como sus ojitos de recién levantada.

Por tanto, a esta pregunta solo puedo responder eso: que no lo sé.

Todo cambiará cuando tengas un hijo propio

Esto me lo han dicho muchas mujeres que tienen hijos de sus parejas y, posteriormente, han tenido hijos propios. Me parece algo totalmente natural y normal. Sin embargo, muchas mujeres que han adoptado hijos y se han convertido en madres adoptivas, aseguran quererles por igual. Yo creo que esto se debe, simplemente, al rol que ejerzas y, en función de ese rol se desarrollará el vínculo.

En mi caso, tengo claro que mi rol con la hija de mi pareja no es el de madre. Es más, hago verdaderos esfuerzos por no sobrepasar ciertos límites. Aun así, es inevitable que ella me vea como un reflejo de su madre por la figura que represento. Sin embargo, tanto su padre como yo nos encargamos de marcar ese límite. No lo hago porque no me guste, sino porque ella ya tiene su madre e intentar suplantar o duplicar ese rol me parecería perjudicial para la niña.

En el caso de las madres adoptivas, aunque no son hijos propios, sí ejercen un rol de madres (lo mismo ocurre con los padres) y sí generan ese vínculo y esa relación que hace que les quieran como propios. Probablemente, si yo no me contuviese o si ella no tuviera a su madre, nuestra relación sería más sólida en ese sentido o más parecida a la de una madre y una hija. Y, por lo tanto, no habría diferencia entre los hijos propios. Pero no es el caso y tampoco lo veo un problema. Es más, creo que esa diferencia es natural y debe existir porque, si existe, es porque existe una relación sana con los hijos de tu pareja.

La quieres a ella más que a su padre

Esto tengo que oírlo algunas veces. Siempre me lo dicen en broma, sobre todo su padre, que dice que la quiero a ella más que a él (que, en el fondo, es lo que él querría), pero no. Tengo muy claro que no. Quiero mucho a la hija de mi pareja, pero yo llegué a ella a través de él. Y si la quiero tanto, es porque le quiero más a él. Y si la cuido tanto es, en gran parte, porque es hija suya.

El vínculo que he establecido con ella viene generado por la relación que tengo con su padre y porque, además, su padre está totalmente volcado en su hija. Los dos, de hecho, estamos volcados en la niña. Y es inevitable cuidar, mimar y adorar a alguien a quien una de las personas más importante en tu vida cuida, mima y adora con tanta dedicación y tanta entrega.

De hecho, los fantásticos momentos que pasamos con la niña son mejores porque sé que él está disfrutando de su hija al máximo. Y los malos, esos pésimos ratos que tenemos que pasar por ese campo de minas antipersona en el que la madre de la niña ha convertido nuestro día a día, son peores porque sé el sufrimiento que le supone.

La hija de mi pareja

Sí, eso es oficialmente: la hija de mi pareja, pero sí la considero un poquito hija mía, solo que nació antes de que la conociera, concretamente 1.191 días antes. Considero que es así porque ella es lo más parecido que yo tengo a una hija y porque quiero que se sienta querida como tal. Al final, lo que te une a los demás es lo que tú quieres que te una. Todo depende de lo que esas personas sean para ti y de lo que tú seas para esas personas. Hay padres e hijos que son completos desconocidos; y amigos que son más que hermanos.

Y sí, la considero hija mía (aunque todavía no me haya atrevido decirlo en alto) o, mejor dicho, Mi Niña y de Papá, como a ella le gusta decir.