Hace una semana mi padre ingresó en la UVI. Lleva una semana luchando desde ahí. Las máquinas trabajan por él, y él solo tiene que poner fuerzas y ganas de vivir. Lo está haciendo muy bien.

Aunque hemos pasado momentos muy malos, empezamos a ver la luz. Por ahora un rayo pequeño. Sabemos que debe pasar tiempo hasta que se abran las ventanas de par en par.

Durante estos días hemos pasado momentos muy duros y ha sido inevitable pensar en estos 36 años que hemos pasado juntos. En los buenos momentos, en los malos; en los secretos que me guarda; en los enfados que hemos tenido; en los viajes… En lo bien que lo pasó estas últimas navidades con nuestra Pequeña Dictadora, que le toma el pelo y a la que quiere un montón porque ella quiere a su hija.

Durante estos días, en los momentos más duros, he pensado muchas veces y le he dicho lo difícil que sería para mí vivir sin él. Y le he dicho que le quiero y que lo adoro; y le he dado besos en sitios en los que nunca pensé que le besaría. Me he salido del box dejándome el corazón dentro, con la sensación de que me lo estaban arrancando. Hasta esta semana no he sabido lo que era el dolor.

Durante estos días he sido más consciente si cabe de lo que significa tener un padre y lo importante que el mío es en mi vida. Y he pensado también todas las cosas que me habría perdido de no haberle tenido conmigo.

Todos tenemos derecho a disfrutar de nuestro padre, a luchar por él para que salga adelante y a tenerlo a nuestro lado. Si una madre es un brazo, un padre es el otro; si una madre es una pierna, un padre es la otra; si una madre es una parte de corazón, un padre es la otra parte. Nadie tiene derecho a apartarnos de él.

El amor de un padre o de una madre solo pertenece a los hijos y nadie tiene derecho a decidir por nosotros; nadie es quien para arrancárnoslo. A veces la vida te arranca a esa persona y no puedes hacer nada, pero mientras podáis hacerlo, hay que luchar por tenerlos contigo. Por estar con ellos, por darles besos, por discutir, por reconciliarte… incluso por no hacerles caso porque pienses que siempre estarán ahí, aunque eso no sea exactamente así.

A las madres: luchad para que vuestros hijos tengan a su lado a su padre y no lejos. A los padres: luchad porque vuestros hijos os tengan a su lado aunque os lo pongan muy difícil. También al revés. Nadie tiene derecho a obligar a un niño a crecer sin su padre o sin su madre. Quien defienda eso no tiene corazón.

Esta tarde volveré al hospital a verle y volveré a ponerle su canción favorita porque sé que me oye y que, aunque tarde mucho tiempo, al final terminaremos abriendo esa ventana y saldrá el sol. Y bailaremos juntos esta canción.