Es viernes 14 de julio. Aniversario de la Toma de la Bastilla. Hoy, a las 20:00 h., tendrá lugar el intercambio de vacaciones y estoy nerviosa. Vamos a ir a recogerla en legión: su padre, los abuelos, los primitos y yo, que me quedaré fuera como bala en la recámara (bueno, como bala en la recámara y por otras cosas porque #SuMadreQueSoyYo tiene chulería y falta de educación suficientes como para lanzarme un escupitajo se se tercia).

Es curioso cómo, algo que tiene que ser una alegría como es el hecho de que vas a pasar casi diecisiete días seguidos con la niña, puede comenzar siendo una tortura. Yo me pongo mala y conforme se acerca la hora me voy poniendo peor.

 

Tipos de intercambio de vacaciones: aséptico y circense

El intercambio se hace en la casa donde la niña vive con su madre, por lo que la niña se recoge y se entrega allí. Y es distinto en función de si vamos a llevarla o a recogerla.

Cuando vamos a llevarla vivimos un intercambio aséptico: la niña está feliz y contenta y, conforme pasa a la urbanización, se aleja del padre porque a mamá no le gusta que le haga cariñitos. La madre la recoge en el portal correspondiente y, sin dar pie a despedirnos, da un portazo. «¡Zas!». Rápido. Indoloro.

Sin embargo, cuando vamos a recoger a la niña, asistimos al intercambio circense, que es el más entretenido.

3 numeritos que no pueden faltar en un buen intercambio de vacaciones circense

  • Gritos y alaridos de #SuMadreQueSoyYo: un intercambio sin gritos ni dramas, no es un intercambio circense como se debe. Y no solo eso. Además, esos gritos deben ser proporcionales a la cantidad de vecinos que haya alrededor. #SuMadreQueSoyYo, que ya sabéis que es muy dada a las actuaciones estelares, no duda en sacar su vena artística y darlo todo para demostrar cuánto sufre y cuán injusta es esta situación siempre que tiene oportunidad.
  • Guion dramático: el guion ha de tornarse especialmente dramático y desgarrador, a la vez que sobreactuado, en cuanto aparece el padre. Es más, no debe ser un diálogo, sino un monólogo: Ejemplo: «Estás triste, ¿verdad, mi vida? No te preocupes, mamá te va a llamar todos los días porque mamá te quiere mucho. Que te cuiden bien, mi amor, diles que te cuiden bien. Te voy a echar mucho de menos y voy a estar muy triste hasta que vuelvas porque mamá lo pasa muy mal cuando tú no estás. Sé que no te quieres ir, pero no puedo hacer nada…» (mientras, la niña la mira con cara de lechuga). La extensión del guion y su desgarro, serán también directamente proporcionales a la cantidad de vecinos (ex vecinos de él) que haya alrededor. Por otra parte, la manipulación será inversamente proporcional a la inteligencia, en este caso, de la madre. En caso de que la niña termine llorando (algo que no me cabe en la cabeza teniendo en cuenta tan divertida despedida), la madre dará palmas con las orejas y reforzará su mensaje de: sé que no quieres ir con papá (y que le servirá como prueba en el siguiente juicio, obviando todo lo anterior, por supuesto). ¡Sigamos!

 

  • Testigos: una madrastra/abuelo/abuela/hermano… que se quedan fuera con el móvil preparado por si hubiese que hacer una intervención en plan los GEO (no, no es porque se lo vayas a lanzar a la cabeza, no somos así). Esto es muy importante por dos cosas: en primer lugar, para que todo quede grabado y evitar (o defenderte de) falsas denuncias, falsos testimonios, manipulaciones varias (ay, ¡cuánto me cuesta poner esto, por favor!, pero así es. Me ha costado aceptarlo y decirlo en voz alta, pero sí. Hay una especial falta de escrúpulos. De hecho, lo hacemos por recomendación directa de la Policía). Y, en segundo lugar, por si hay que entrar a rescatarles.

 

Como veréis, esta tarde nos espera un planazo. Espero que #SuMadreQueSoyYo haya vuelto calmada de las vacaciones y, en esta ocasión, haga una bolita con su ego, se lo coma, y piense que, al final, lo más importante es que su hija tenga unas felices vacaciones. Si no, una vez más, mi querida hijastrita tendrá que convertirse en una pequeña Wonder Woman (con su coraza y sus guantes repelentes de cualquier cosa que pueda hacerle daño) durante un ratito.

 

PD. En cuanto giramos la esquina, la carita de lechuga se convierte en su habitual carita de fresa. 🙂

PD: Por supuesto, esta experiencia no refleja todos los casos ni, espero, sea lo habitual. Hay muchísimas madres y padres estupendísimos y civilizados que se despiden de sus peques con un pellizquito en el corazón, porque es normal, pero deseándoles sinceramente unas felices vacaciones (pase lo que pase en el mundo de los adultos).