El tema madrastras e intimidad es espinoso. Realmente cualquier tema relacionado con divorcio contencioso e intimidad lo es (solo hay que recordar cuando mi hijastrita nos preguntó algo tan normal como «¿qué son las partes íntimas?«). Es más, cualquier tema, aunque sea si compramos una bolsa de chuches o no, puede terminar siendo espinoso.

En relación con las intimidades, las madrastras tenemos unas limitaciones (digo «las madrastras», pero vamos, me refiero a mí, pero así le doy más dramatismo al tema) con las que tenemos que ir con pies de plomo. Por eso hay situaciones normales que se convierten en situaciones espinosas, por ejemplo, dormir en bragas.

 

Una madrastra durmiendo en bragas

Hace unos días comenzó a hacer mucho calor en Madrid. Yo, que no soy muy aficionada a los pijamas en verano, opté por ponerme una camiseta por eso de no quedarme fría de madrugada. A punto de dormirme como estaba, escucho a mi chico:

-¡Pero bueno! ¿Cómo estás así?
-Ein?
-Tápate, no te vea la niña…
-Pero, ¿no me ve en bikini?
-Pero no es lo mismo
-Es cierto, son tejidos diferentes…

…concluí con cierta sorna porque, al fin y al cabo, sé a lo que tenemos que enfrentarnos y bastante tiene él.

La niña dormía como un tronquito en la habitación de enfrente, una habitación que ni siquiera está en el ángulo de visión de nuestra cama y, mucho menos, de mis bragas.

-¡Pero si está dormida!
-Por si llama…
-Bueno, pues si llama, vas tú y yo busco los pantalones. Los dejo aquí. Mira…

 

No os lo creeréis, pero vivir con una señora madre como la suya hace que pierdas la noción de la cordura. El caso es que nos dormimos y rompí a sudar (Madrid en verano es un horno). Tampoco queríamos poner el aire, por si la niña se enfriaba y la madre nos hacía filetillos de ex y madrastra, y me quité la camiseta. Así fue como me quedé cubierta por poco más de nada. Por si las moscas, me tapé las vergüencillas superiores con ella.

Efectivamente, a media noche la niña llamó. Y yo, que como madrastra exaltada he desarrollado un dispositivo neuronal que hace que salte como un resorte antes que su padre cada vez que oigo:

-PapáaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaa

salté de la cama mientras me ponía la camiseta como si en vez de ir a ver qué le pasaba, me acabara de pillar mi novio poniéndole los cuernos y, nerviosa, quisiera taparme para decir eso de: «No es lo que parece». Pero claro, no podía ir en bragas, por lo que cuando estaba saliendo de la puerta volví a ponerme unos pantalones. Con los nervios me puse los vaqueros de su padre.

De esta guisa fui a ver qué le pasaba y, tras calmarle el terror nocturno, volví a la cama y me acosté con mi camisetilla puesta y pensando que mejor es pasar calor en la cama de una que pasar calor en Navalcarnero. Todo sea por prevenir.

Y así fue como llegó el amanecer y a las 6.30 h. volvió a llamar:

-PapáaaaaaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, ¿puedo ir a tu cama?

 

Mi chico miró primero la hora, después me miró a mí, que le estaba dando el culo intentando hacer caso omiso al grito y al movimiento para no desvelarme. Me colocó la ropa interior, que después de toda la noche dejaba más a la vista que a la imaginación y, me tapó las posaderas con una sábana. Tras curarnos en salud, acogimos a nuestra Pequeña Dictadora en nuestro lecho, momento a partir del cual, por supuesto, no pudimos seguir durmiendo. Cómo salí de la cama después da para otro post.

 

Las madrastras y las bragas, sujetadores…. Warning!

Esto, que se puede considerar una tontería, no lo es tanto. Cuando una #SuMadreQueSoyYo tiene ganas de jarana tu vida pasa a otra dimensión. Ante eso puedes hacer dos cosas: o pasar de ella o seguir unas pautas de profilaxis. Yo soy partidaria de lo segundo porque, ponderando las consecuencias, prefiero deshidratarme a escuchar cómo vuela su imaginación ante un juez (porque si algo hace que se ponga mega creativa es la posibilidad de que haya contenido X en la situación, ya que eso aumenta exponencialmente las posibilidades de que te pudras en los infiernos).

De todos modos todavía estoy aprendiendo y tengo deslices. Hace unos meses mi hijastrita me pilló quitándome unos pantalones (es muy difícil hacerlo a solas cuando tienes una hijastrita-lapa). El caso es que ella vio que mis bragas no eran como las de su madre. Ese día descubrió lo que era un tanga (y yo se lo oculté a su padre unas semanas para que no le diera un infarto). Unos días después también aprendió que tanga y braga brasileña no es lo mismo. Desde entonces, cuando le parece, me pregunta cosas como:

-¿Hoy llevas tanga o braga brasileña?

Cada vez que lo pregunta pienso en por qué diantes le hablaría de la braga brasileña, aunque fue en un intento de que, en caso de darle a su madre explicaciones sobre mi ropa interior, esta pensara que no siempre voy tan descocada.

Con las partes de arriba ocurre lo mismo. El otro día iba con una camiseta y sin sujetador y mi querida hijastrita intentó levantármela para verme la carga mamaria que, según ella, es mayor que la de su madre. Supongo que cuando llegue el momento de hacer frente judicialmente a este tema, será indispensable que testifique su padre como prueba definitiva.

En fin, que os deseo suerte a todas las madrastras este verano y espero que podáis, por lo menos, dormir con la alegría al aire. Pero tened cuidado, que siempre hay una #SuMadreQueSoyYo vigilando a distancia vuestras vergüenzas.

 

Ilustración de Sara Herranz

La ilustración de este post es de Sara Herranz, una de mis ilustradoras favoritas. Como ella dice «Es más fácil estar sola, pero infinitamente menos divertido». Os animo a visitar su web www.sara-herranz.com, donde tiene ilustraciones absolutamente maravillosas.