El otro día hablábamos sobre el maltrato infantil y hasta qué punto la sociedad sabe o está concienciada sobre lo que ocurre en una gran parte de los procesos de divorcio con hijos menores de edad. Divorcios contenciosos en los que ambos progenitores se enredan dejando a un lado, bien por una de las partes o por ambas, el bienestar del menor. Un proceso que no tiene por qué darse necesariamente al inicio del divorcio, cuando puede ser de mutuo acuerdo, sino que puede venir tiempo después cuando una de las partes pretenda modificar las medidas como la custodia, por ejemplo.

Coincidíamos en lo concienciada que está la sociedad en relación a determinadas violencias, como la violencia de género, o la violencia en el ámbito educativo, o la violencia en el ámbito laboral. Y, sin embargo, lo ajeno y desconocido que nos resulta el maltrato infantil ya que, normalmente, se vincula a la violencia de género y se tiene la percepción de que solo puede ejercerlo el progenitor, como si en una familia, no cupiera otro tipo de violencias o no pudiera ejercerse también por parte de la progenitora. Coincidíamos también en que esta es una de esas cosas que no solo no conoces, sino que tampoco entiendes ni comprendes, incluso que rechazas, hasta que te toca vivirla.

En ese momento se criticó mi labor. En concreto, que esté contando mi experiencia, lo que yo estoy viendo y viviendo en este sentido y, sobre todo, que denuncie lo que estamos viviendo como familia.

Yo acepto todas las críticas. Sé que en el momento en el que abres un blog de estas características y pones en entredicho la luminosidad y santidad que parece ser es inherente a la maternidad, lo más probable es que te caigan tortas. Pero las acepto de buen grado porque este blog está para eso: para remover conciencias. Y siempre que se remueven conciencias te zurran porque a nadie le gusta que se entre a valorar ciertas cuestiones tan intestinas.

 

El maltrato infantil: un discurso rechazado

Desde que abrí el blog, las críticas que he recibido se han centrado en el hecho de que esté criticando la actuación de una madre, que parece ser, por ser madre debe ser intocable. Se vincula incluso con una falta de respeto hacia la menor. Me sorprende y sobrecoge que estas críticas no valoren su actuación. Me sorprende y sobrecoge en la misma medida en que lo hace el hecho de que no se pregunten si esta menor, así como otros menores, no tienen derecho a que alguien intente que sus vidas sean diferentes.

Esta reacción no me extraña porque sé que lo que cuento es feo y forma parte del desconocimiento al que aludía hace unos párrafos. Además de ser feo es incómodo porque, entre otras cosas, pone sobre la mesa una verdad incómoda últimamente: que las madres también pueden hacer daño a sus hijos y que las mujeres también podemos actuar desde el ánimo de venganza. Escuchar este discurso actualmente no gusta y parece ser que hay que censurarlo. Ahí es cuando llega el ataque porque, cuando hablamos de maternidad, parece ser que el título de «madre» debe estar por encima de la «ejecución» de madre. Esto hace que muchas personas, normalmente mujeres, que se ven reflejadas en lo que aquí escribo o no les gusta que vincule a algunas mujeres o madres con determinados perfiles o actuaciones, me ataquen de muy malas formas.

Sin embargo, creo que ninguna de ellas se ha molestado en ver más allá y darse cuenta que este blog es una crítica al maltrato infantil en procesos de divorcio lo ejerza quien lo ejerza, ya sea la progenitora o el progenitor. Obviamente la mayor parte de mis post están centrados en la progenitora porque es la experiencia que yo estoy viviendo, pero no cabe duda que también hay progenitores que lo ejercen y siempre que puedo lo reseño.

 

El maltrato infantil en procesos de divorcio: un problema social.

Sin embargo, a pesar de todo, de las críticas, de los malos deseos, de los insultos que recibo, etc. yo he decidido hablar y denunciar lo que  estoy viviendo día a día, lo que estoy presenciando y el desamparo judicial, político y social que sufren tantísimas familias que, como nosotros, están en esta situación. Por eso creo que hay que visibilizarlo, condenarlo y actuar firmemente ante él. Obviamente todos estamos enfrascados en un proceso judicial (o varios), tanto civiles como penales, que en muchos casos durarán toda la vida, pero eso no implica que no deba hacerse una denuncia pública.

  • Que no deba contarse lo que ocurre en tantísimos procesos de divorcio con hijos.
  • Que no saquemos de las cuatro paredes de un juzgado lo que están viviendo tantísimos menores y la carnicería emocional a la que están haciendo frente.
  • Que no contemos por lo que tienen que pasar tantísimos padres por querer criar a sus hijos en igualdad de condiciones.
  • Que no denunciemos el uso indebido y fraudulento que se está haciendo de determinadas leyes para impedir la custodia compartida.
  • Que nos callemos ante el intento de silenciar que hay muchos niños que tienen que pasar por un auténtico Via Crucis de médicos, jueces, pediatras, forenses… con el único objetivo de impedir que cree un vínculo afectivo con esa persona a la que ya no queremos, pero que sin embargo, es su padre o su madre.

 

La necesidad de concienciar sobre el maltrato infantil en procesos de divorcio

Una de las cosas que descubrí cuando abrí el blog es que nuestro caso no era único. Yo pensaba que sí, pero como comenté en una ocasión, al poco tiempo se puso en contacto conmigo un juez para agradecerme que sacara a la luz este tema que, lamentablemente según me dijo, es algo bastante corriente en los juzgados. Esto me lo confirmaron más tarde abogados de Familia, fiscales, forenses y otros jueces que trabajan día a día en estos procesos.

Desde entonces, y conforme he ido conociendo gente, me he dado cuenta de que, efectivamente, nuestro caso no es una excepción. Ni siquiera forma parte de una minoría, todo lo contrario: el maltrato infantil en procesos de divorcio es un problema social con unas raíces muy profundas. Quizás porque no sabemos divorciarnos; quizás porque todavía creemos que los hijos son de nuestra propiedad y, por tanto, una extensión de nuestras filias y nuestras fobias. Quizás porque para afrontar una cosa como para la otra se necesita educación social, además de inteligencia.

Por eso creo que es necesario que la sociedad se conciencie sobre el problema que existe y las redes sociales son una mecanismo importante porque llegan a un amplio número y perfiles de personas. A través de las redes me han llegado testimonios de muchísimas personas en la misma situación; de muchísima gente que ahora, desde la edad adulta, ve lo que fue su infancia por el divorcio de sus padres; de profesores que día a día sufren estos enfrentamientos entre progenitores y ven cómo les afectan a los  niños. O pediatras, como uno que hace unos días me comentaba que en urgencias son habituales las visitas de padres y madres divorciados. Me contaba que él ha atendido en más de una ocasión a padres que han ido un viernes por la tarde a que certifiquen que el niño ha llegado del cole con hematomas por miedo a una denuncia por maltrato tras pasar el fin de semana con el padre. O madres que llegan el domingo por la noche, tras la entrega, aprovechando hematomas o un catarro para decirle al pediatra que creen que el padre maltrata al niño y pidiendo que, por favor, eso conste en el informe.

 

Esto, que resulta tan grotesco e increíble, lo vivimos muchos, lo hemos sufrido muchos y es algo a lo que estamos haciendo frente muchos por la vía penal.

 

Por este motivo creo que es importante hablar, contarlo, concienciar… Intentar entre todos crear conciencia sobre la necesidad de divorciarse bien, sobre la importancia de no percibir a los hijos como bienes patrimoniales, sobre la urgencia de dejar a los niños al margen de los procesos de divorcio… Y, ante todo, es importante no avergonzarse y contar lo que nos está pasando por el uso indebido de determinadas leyes porque lo que no contamos no existe y para que exista hay que denunciarlo también públicamente.

Por lo que a mí respecta, seguiré compartiendo nuestra experiencia y denunciando a través del blog y de otras redes el maltrato infantil en procesos de divorcio, eso sí aderezándolo con trocitos del día a día, con anécdotas y con buenos momentos (que parece ser eso también molesta) porque, a pesar de todo, aunque sea yo la que escribe y aunque lo haga desde el más absoluto anonimato, no dejamos de ser una pareja, un chico y una chica con nombre, apellidos, un trabajo, una vida… que se dejan cada día la piel para regalar una infancia más bonita a esa persona con la que compartimos nuestra vida (y la cama a partir de las 6.30 h que es cuando toca diana, sobre todo si es fin de semana).