Madrid. 21 grados centígrados. Hace sol. Voy en mangas de camisa. Ayer mi Pequeña Dictadora se presentó con una camiseta térmica de manga larga + una camiseta de manga larga + una sudadera + el nuevo abrigo de la temporada (gordito y forradito con pelo por dentro). Un abrigo que hubiera hecho las delicias de John Nieve en el peor momento del gélido e interminable invierno del Norte.

Al poco de recogerla llegó un mail en el que #SuMadreQueSoyYo, maleducadamente, como es su costumbre, y con la vehemencia que le da creerse Dueña, Custodia y Ama de la niña, daba órdenes de ponerle hoy el abrigo de John Nieve (más todas las capas antes enumeradas) porque en Madrid haría 14 grados a las 9 am. En ese momento me dieron ganas de dirigirme a ella y preguntarle por qué no había metido también unas orejeras…

Aunque todo sea un despropósito, tiene su razón. Toda #SuMadreQueSoyYo que se precie está obsesionada con una cosa  (de tantas):

 

Culpar al padre de todos los males que tengan los vástagos

 

Da igual que sea un catarro, que un uñero; una picadura de mosquito que una peritonitis. El culpable siempre será el padre. Por eso para ellas es muy importante prevenir y quitarse el muerto (o el catarro) de encima.

 

El invierno, los mocos y las toses de perro

Con el invierno llegan los mocos, las toses de perro, los pitidos horribles en el pecho (que solo oyen ellas)… y con ello el Dalsy, la Amoxicilina y todos los horrores catarrales. Y, por supuesto, con todo esto llegan también:

Los correos en los que te acusa de las barbaridades catarrísticas más horribles
Las toses interminables que te recuerda que sufre cada noche por tu culpa
Los informes en los que pediatras extrañas y sin colegiar recomiendan pasar dos días con la Sra. Fulana para recuperarse…

 

En definitiva, los insultos, descalificaciones, amenazas y culpas porque se ha acatarrado con el padre y solamente con el padre. Porque si hay un principio que rige la vida de cualquier #SuMadreQueSoyYo que se precie es que:

Sus hijos JAMÁS se acatarran con ellas.

 

Mocos y toses de perro

Sé que es absurdo intentar explicar a una #SuMadreQueSoyYo cualquier cosa porque a ellas les da igual cómo sean las cosas, lo que les importa es cómo creen ellas que son. Y con eso van al fin del mundo.

No obstante, no pierdo la esperanza y he hecho un listado de Cosas que toda madre/padre debe saber sobre los catarros. Una batería de razones para defendernos marisabidillamentede los mails, llamadas, whatsapps y numeritos en la pediatra, que nos esperan este invierno. ¡Vamos allá!

Los mocos y los niños van unidos

Tener mocos es algo normal en un niño. De hecho, no es nada extraño ver a un niño con las velas colgando. De ahí que se haga referencia a los niños como: «Mocosos». Es decir, que los mocos en invierno son normales, y mucho más en los niños, lo que  no es normal en invierno son las picaduras de mosquito, por ejemplo.

7 catarros de media por curso

Los niños tienen hasta 7 catarros de media mientras van al cole. Esto significa que habrá algunos que tengan hasta 10 y otros que tengan 4. Acatarrarse es lo normal y no hay que montar un drama. Su sistema inmunológico se está todavía cargando y están todos revueltos. Es más, si preguntas a otros padres, te dirán que sus hijos también se acatarran y no creo que todos los niños del cole se acatarren por tu culpa, ¿no?

 

La culpa no es de los padres, es de los virus

Que pongas a tu hijo como una cebolla, no va a evitar que se acatarre. Los catarros se producen por los virus (esto es de 1º de Catarros) y se lo contagian unos a otros. Se chupan, comparten cosas, no se lavan las manos… Así que para evitar que los niños se acatarren durante el curso lo mejor que puede hacer una #SuMadreQueSoyYo es dejarlos en casita y que no se relacionen con nadie. Eso o pedir una ejecución de sentencia para los virus y que dejen a su niño en paz de una santa vez.

 

La fiebre es normal

La fiebre es fiebre, no es un cáncer. Tener fiebre en edad escolar, habitualmente, entra dentro de las cosas normales en un catarro. Y con 38º no hay que salir pitando al hospital como si nos fuera la vida en ello a no ser que dure más de dos o tres días y no baje, o sea muy elevada. Lo más probable es que, cuando su sistema inmunológico se haya cargado a los virus, la fiebre baje. Es más, hay que dejarla que haga su trabajo.

Sé que la fiebre es un filón para la #SuMadreQueSoyYo de turno, pero no es un ataque al corazón. Es fiebre y no, tampoco es culpa de los padres.

 

Los catarros no se curan con antibióticos

Nuestra #SuMadreQueSoyYo es súper fan de los antibióticos, como las madres de los 80. Es de las que le dice a la pediatra que le recete antibióticos. Debe ser que para ella tomarse un antibiótico es como beber agua. Por eso, no duda en llevar de nuevo a la peque a la pediatra (al día siguiente de que la hayas llevado tú) si considera que el ibuprofeno o el paracetamol no es suficiente, sino que necesita un antibiótico. En este caso, como en tantos otros, da igual lo que diga la pediatra, sino que lo importante es lo que ella crea. Y, aprovechando la visita al médico, se la queda en casa tres o cuatro días (que con suerte empalma con el fin de semana).

 

Festival de medicamentos

Hablando de antibióticos… Con los catarros llega el festival de medicamentos: ibuprofeno, paracetamol, antitusivos, antibióticos… ¿Hay algo que le guste más a una #SuMadreQueSoyYo que hacerse un croquis con todo el plantel de chute medicinero que tiene que darle al niño, ponerlo de forma incomprensible en una nota y organizar todos los tarritos como si fueras gili para que le des la medicación como debe ser no vaya a ser que se muera?

La nuestra nos lleva el antibiótico líquido al cole forrado en tres capas de papel de aluminio, dentro de la caja y envuelto en dos bolsas de plástico. Le acompañan unas letras enormes por todos lados en los que te dice el horario de la toma. Letras que pone en la etiqueta que haya pegada al bote, en cada una de las tres capas de papel de aluminio (varias veces, no sea que lo abramos por la cara sur y no veamos que ha puesto la indicación en la cara norte); y lo mismo en la caja, donde encontramos las indicaciones en cada uno de los lados y también en la parte interior de la tapa. 

Con todas estas indicaciones comprenderéis que si la tos le dura varios días es porque, obviamente, no le hemos dado bien la medicación:

«a pesar de que he hecho verdaderos esfuerzos por dejarlo claro»

Y no solo eso… Además:

«Está claro que tu hija nunca te ha importado, ni nunca te has ocupado de ella porque nunca la has querido y porque nos has abandonado»*.

 

En fin… que llega el invierno y con él los catarros. Armaos de paciencia, no decaigais. Que no os pueda la presión. Los catarros son catarros. Y sin mocos ni toses de perro no hay invierno. Pasará… pasará y llegará la primavera, y con ella seréis culpables de las alergias; y después el verano… y seréis culpables de las picaduras de mosquito.  En fin…

¡Fuerza y a coger el moco por los cuernos!

 

*Esta frase, tan manida y tan cansina, tiene un 9.9 en la Escala Victimitcher.