Las Navidades con niños siempre tienen otro toque, y ayer fuimos al Circo Price con unos amigos y sus hijos. Para nosotros era la primera vez y tengo que reconocer que fue todo un espectáculo que recomiendo a todos los que tengáis oportunidad de pasar las navidades en Madrid por varios motivos:

Razones para llevar a los niños al Circo Price esta Navidad

Una: Imaginación, viajes y fantasía

La obra, Los viaje de Marco y Pili, es un viaje por distintas culturas y lugares: Venecia, China,… Una obra colorida y apasionante con una producción magnífica (algo que me encantó porque ya sabéis que las obras de niños suelen ser bastante cutres en cuanto a vestuario, escenografía… Claro, que estamos hablando del Price). Hay humor, fantasía, sensibilidad… y un ritmo fabuloso que hace que estés todo el tiempo con la boca abierta.

Dos: Jugar con los niños

La interacción con los peques es constante y divertida. Bien es cierto que nuestra Pequeña Dictadora pasa totalmente de esos temas y prefiere centrarse en comer palomitas. Si todos los niños fuesen como ella, los actores se sentirían frustradísimos. Afortunadamente, pasa inadvertida.

Tres: Un circo sin animales

Nunca me ha gustado ir al circo porque jamás me ha hecho gracia ver a un animal en esa situación. El circo sin animales es maravilloso, estimula la imaginación y es más alucinante todavía. Creo que hay que apostar por otro tipo de entretenimiento circense y por educar a los niños en esa sensibilidad.

Cuatro: Trapecios, cuerdas, planetas flotantes, dragones chinos…

Los números circenses eran fabulosos. Yo no cerré la boca en ningún momento. Estéticamente son increíbles y la coreografía es brutal y afecta a todos y cada uno de los integrantes de la obra (incluidos los asistentes técnicos).

Cinco: Música en directo

Pocos espectáculos cuentan con una orquesta en directo. En este caso, pudimos disfrutar de una orquesta magnífica con un repertorio que te llevaba a las diferentes culturas que visitaban los personajes que hizo que saliésemos del circo con un subidón.

 

En total fueron dos horas de espectáculo (con un descanso de 15 minutos) que los peques pueden aguantar muy bien. Nuestra Pequeña Dictadora solo nos dijo que nos fuésemos unas 80 veces, pero porque hubo un número le dio un pelín de miedo (no lleva muy bien la oscuridad). Pasado eso, disfrutó muchísimo (eso sí, no interactuó, ni bailó, ni nada de nada. Solo se comió dos paquetes de palomitas porque, oye, para eso va uno al circo).

En definitiva, que lo recomiendo totalmente. Para nosotros ha sido una experiencia estupenda y para la niña también que, con lo inquieta que es, no perdió ojo.

¡Ya me contaréis!