¡Breiko, Breiko! Nuestra Pequeña Dictadora ha traído las notas y estamos felices como perdices.

¿El resultado? Dos minicates y algún sobre y notable en las asignaturas de artisteo (sea cual sea la disciplina). Nos queda claro que vamos a tener una dictatorilla artista.

Estamos contentísimos con sus dos minicates porque empezamos el año con siete minicates, y pasar de siete a dos, es un logro. Máxime cuando tienes seis años y hay que sobrevivir a un percal como el que hemos vivido este curso.

Además, las notas dicen que cada vez está más simpática y agradable, algo que me alegra más que los sobresalientes porque eso significa que, a pesar de todo, cada vez está más feliz.

Este año nuestra Pequeña Dictadora ha avanzado un montón. A principios de año no sabía ni los números y ahí estuvo su padre dándole que te pego hasta que consiguió que contara hasta 100. También se lo ha currado muchísimo con la lectura; con las sumas y las restas (sin llevadas y con llevadas) y con el inglés, que la pobre tiene un cacao maravillao porque todavía no entiende por qué diantres las cosas no se escriben como se dicen.

El caso es que hoy es un día para celebrar. Para celebrar que tiene una fuerza inmensa, que sabe superarse, que está creciendo y mejorando, y que no para de avanzar a pesar de que las cosas no son fáciles. Y también para celebrar que tiene que un padre que vive para ella, para cuidarla, para enseñarle, para escuharla, para abrazarla, para jugar con ella, para entenderla, para quererla sin condiciones, para sacar tiempo de donde no tiene, para ir de cabeza todo el día si eso significa que va a poder hacer los deberes con ella…

Hoy estoy muy orgullosa de los dos porque este curso no ha sido nada fácil y porque forman un equipo estupendo.