Hace unos días #MiNiñaYDePapá, como me pidió que me refiriera a ella, me hizo el mejor regalo que podía hacerme. Estábamos los tres en la cama remoloneando porque no quería irse a dormir. Tenía entre las manos un portafotos con una foto suya que tiene su padre en la mesita. Yo estaba encima de ella diciéndole monadas y tocándole la nariz porque me encanta darle golpecitos ahí.

-Dale un beso a tu niña -me dijo poniéndome en la cara el marco.

-¿A mi niña? ¿Quién es mi niña? -dije bromeando, haciéndome la tonta.

-¡Yo! -contestó resuelta.

-¿Tú? ¿Seguro segurísimo?

-Sí, soy tu niña porque tú eres mi madre.

Lo dijo totalmente en serio, sin atisbo alguno de broma y mirándome a los ojos fijamente. La respuesta resonó en mi cabeza con fuerza.

-Yo no soy tu madre, mi amor. Tú ya tienes una mamá..

-Pero no, tú eres mi madre.

Me dio un vuelco la sangre. Su padre y yo nos quedamos callados y ella también. Lo había soltado.

-Yo no soy tu madre, cariño, soy la novia de papá. Tu mamá es fulanita, pero también te quiero muchísimo y te cuido. Que no sea tu mamá no quiere decir que no te quiera o que no vaya a estar aquí.

No quería mirarme, se hacía la distraída. Le he pregunté si lo había entendido porque para su padre y para mí es muy importante entienda esto y me dijo que sí con la cabeza. También le dije que, independientemente de eso, ella podía ser mi niña o lo que ella quisiera. Y que si ella quería ser mi niña, sería mi niña. De haber seguido hablando, habría terminando reculando y diciéndole: «Soy lo que tú quieras y como tú quieras».

Sin embargo no era la primera vez que hacía algo así, ya que un par de semanas antes, mientra patinábamos, hizo un amago:

-¿Tu mamá también tiene dos mamás como yo?

-¿Tú tienes dos mamás?

-Sí, mamá y tú, que eres mi mamá y mi cuidadora -me dijo.

En esa ocasión le dije lo mismo, pero en un entorno más distraído y de forma más liviana. Pero no lo dijo con la contundencia de esta última vez.

 

Mezcla de sentimientos

El caso es que tuve una mezcla de sentimientos muy rara. Me rompió el corazón tener que aclararle de ese modo que no era su madre, aunque sé que es algo necesario y que siempre hemos tenido claro. Quizás fuera porque, mientras intentaba explicárselo, ella no quería escucharme y tuve reconducir su atención un par de veces.

Por otro lado, sentí mucha alegría porque se quiere tanto a una madre que el hecho de que me asocie en cariño a su madre, es un regalo enorme (yo no creo que pudiera querer a nadie más como a mi madre). Pero también sentí dolor porque tuve que ser firme (firme dentro de mi firmeza que es de menos dos).

Desde entonces no ha vuelto a decírmelo, aunque sí lo suelta en un contexto de juego, en plan: «lo suelto, a ver por dónde sale esta». El otro día, en el cine, estábamos haciendo cola para comprar palomitas y me dice:

-Mamá, mamá, digo… «Amigui de las 17 letras» que me he equivocado… -con cara de pícara.

Esto lo ha repetido en alguna otra ocasión, dirigiéndose a mí siempre como «mamá». Yo no he hecho nada especial en esos casos. He seguido la conversación, pero no he entrado en su juego.

Quizás, si la situación con su madre fuera otra, le habría dado opción a que me viera, no como su madre; o mejor dicho, de que me viera como ella quisiera verme, ya fuera como una mamá, o como su mamá dos, o como su mamadrastra o como ella quisiera llamarme. Pero teniendo en cuenta el comportamiento de #SuMadreQueSoyYo me da miedo que algún día, delante de ella, se refiera a mí en esos términos, se vea amenazada y comience una nueva campaña de acoso y derribo como las que ya hemos tenido.

Como veis, a veces, la primera vez que se dirigen a ti como mamá, trae aparejada un revoltijo de sensaciones. Eso sí, estuve toda la noche atontada.