El régimen de visitas debe mantenerse siempre que sea posible. Es mi opinión personal, más allá del papel que tengo en esta historia. Hecho el spoiler, podéis o no seguir leyendo.

Estoy de acuerdo en que estamos ante una situación de emergencia sanitaria, pero el intercambio de los niños, si en ambos domicilios se actúa con responsabilidad y no hay personas vulnerables, no tiene por qué conllevar un peligro para nadie.

Régimen de visitas: mis razones para mantenerlo

Hay que tener en cuenta que la circulación de personas está permitida en muchos colectivos (esenciales y no esenciales), teniendo estas personas relación o contacto con muchas otras durante su jornada laboral. Estos son unos intercambios más amplios y profundos con terceros de los que van a tener estos niños, que en la mayoría de los casos será «cero».

Además, creo que los niños son un colectivo especialmente «vulnerable» al confinamiento y, sin duda, los que más sufren esta restricción. De hecho, cada vez son más quienes piden que puedan salir a la calle a dar un paseo. ¿Imagináis que puedan salir a la calle a dar un paseo, pero no puedan ver a su padre o a su madre?

Los niños, de la noche a la mañana, han visto cómo su rutina se rompe: dejan de ir al colegio, de ver a sus amigos y de jugar en la calle. Dejan de ver a sus primos, a sus abuelos… En definitiva, se rompe su vida tal y como la conocen.

En el caso de los hijos de padres divorciados sin custodia compartida puede ser más complejo y más duro ya que los menores, además, se les aísla de una parte de su familia. Ante esta situación, los expertos apelan a la cordura, a la flexibilidad y al sentido común de los progenitores. Son esos mismos expertos que saben perfectamente que, si algo falta en un divorcio contencioso, es cordura, flexibilidad y sentido común.

Nuestro régimen de visitas durante el Coronavirus

En nuestro caso, hay custodia exclusiva a favor de la madre con un régimen de visitas amplio a favor del padre. Lo que se conoce como una custodia compartida encubierta.

Mi hijastra se enfrentaba a un periodo de confinamiento indefinido con su madre, en un piso de 80 metros cuadrados. Tendría contacto con la familia de su madre: videollamadas con sus abuelos, sus primos, sus tíos… Sin embargo, por ser días no lectivos y tener que estar por sentencia con la madre, esta estaba en su derecho de no permitir ninguna comunicación con el padre: ni llamadas, ni videollamadas.

De no haberse mantenido el régimen de visitas durante el estado de alarma, esta niña, que tiene diagnosticado un conflicto de lealtades como una catedral, no hubiera tenido contacto con su padre de ningún tipo. Tampoco habría podido hablar con sus abuelos por parte paterna, a los que adora; como tampoco hablar o ver por videollamada a sus primos, a los que quiere una barbaridad.

De haber sido así, ahora haría un mes que no vería a su hermano. Un mes sin jugar con él, sin ver cómo está empezando a decir Papá, Mamá y Buba, que según ella es como le llama a ella. Sin venir a la cama en cuanto se despierta para abrazarlo y decirle las cosas tan bonitas que le dice cada día. Llevaría un mes sin entrar por la puerta saltando para comérselo a besos y cogerlo en brazos mientras le reñimos porque un día de estos se le va a caer.

En definitiva, de no haberse mantenido el régimen de visitas, a esta menor se la habría aislado de una parte de su familia con la que mantiene contacto directo diario.

El régimen de visitas en tiempos de coronavirus

Afortunadamente, y con mucho trabajo, hemos podido mantener el régimen de visitas y ella está encantada. Hay quienes dicen que también están los niños sin ver al otro progenitor un mes en verano. Bueno, esto es un confinamiento, que no es lo mismo que unas vacaciones. Las circunstancias de los niños y de los adultos no son, a priori, las mismas. ¿Alguien ve acaso alguna similitud?

En conclusión, estamos ante una situación de emergencia sanitaria, pero esto no puede prevalecer, por defecto, sobre determinadas cosas. En un proceso de divorcio contencioso esto se puede utilizar de forma torticera y, como siempre ocurre, buscando satisfacer las apetencias y batallas de los progenitores, en vez de las necesidades del menor.

Apelar al sentido común y la responsabilidad es lo ideal, pero lamentablemente no siempre se puede. Si así fuera, los abogados de familia estarían pidiendo limosna en una esquina, y no creo que sea el caso.

Nosotros estamos muy contentos con haber mantenido el régimen de visitas y haberlo peleado. La niña también lo está porque para ella supone un cambio de aires y la posibilidad de tener un espacio en el que desfogarse, ya que nuestra casa tiene zonas al aire libre. Pero, ante todo, la posibilidad de seguir conviviendo con su hermano. Y #SMQSY, aunque no lo diga, también lo está porque si no, hubiera seguido haciendo el canelo. Ahora lo hace, pero una vez te ha puesto a la niña en la puerta, ya que no ha vuelto a poner ninguna excusa.

En fin, esta es mi opinión. Hoy se amplía el estado de alarma dos semanas más. El Presidente del Gobierno ya ha adelantado que, probablemente, se amplíe otras dos. Es decir, estaremos dos meses, en principio. ¿Os imagináis estar dos meses sin saber absolutamente nada de vuestros hijos? Pues eso.