El reparto de las tareas y responsabilidades con mi hijastra es algo que sale en muchísimas conversaciones y también en muchas interacciones en redes. ¿Quién le seca el pelo? ¿Quién le hace la cena? ¿Quién le prepara la merienda? ¿Quién le corta las uñas de los pies? A menudo, cuando pongo algo que es una «tarea doméstica», me encuentro con alguien que me hace una pregunta que, pese a las carencias en paralenguaje del medio, rebosa de soniquete:

¿Y qué está haciendo el padre mientras tanto…?

Como si el padre estuviera tocándose los mismísimos (con perdón) o no pudiera estar haciendo otra cosa que le impidiera estar haciendo esa cosa en concreto. También hay quienes no terminan de encontrar su momento All Bran y aprovechan un tuit al respecto para soltar algunos sapillos por la boca y llamarme explotada, alienada, anulada… Todo por freír un huevo a la hija de mi pareja. Y, de paso, a él le llaman mal padre y dicen que no se ocupa de su hija (porque oye, eso de decir que un señor es «mal padre» siempre viste mucho y muy gratuitamente).

He de decir que este tipo de comentarios única y exclusivamente los recibo de mujeres. Así que, señoras, relájense que las cosas son más fáciles (y si no fáciles, más simples).

Una hijastra: tareas y responsabilidades

En primer lugar, voy a soltar una obviedad: ella es su hija, él es su padre y, por tanto, la principal responsabilidad sobre la niña recae en él. Sin embargo, yo también vivo en esa casa y no precisamente como una persona ajena al núcleo familiar. Formamos una familia reconstituida y, aunque el nombre parezca que tiene mucho abolengo, nos comportamos exactamente igual que cualquier familia, tenga la naturaleza que tenga.

Esto significa que yo también tengo responsabilidades, entre otras la responsabilidad de cuidar de forma responsable a la menor con la que comparto mi vida, a la que quiero y a la que cuido de la forma más parecida a como se puede cuidar a un hijo. Y no lo hago ni obligada, ni anulada, ni alienada. Lo hago por una razón mucho más simple:

Porque me sale de las glándulas mamarias.

En una familia reconstituida, al menos en la nuestra, la responsabilidad en las tareas diarias es compartida y, aunque la hija es suya, yo participo responsable y voluntariamente de esas tareas. Es cierto que podría sentarme a limarme las uñas mientras él intenta desdoblarse en baño, cena, contestar a la abogada, a su madre (de la niña, no de la abogada…), etc., pero prefiero colaborar porque, sinceramente, no encuentro ningún placer en ver a mi pareja estresada.

¿Qué tareas hace cada uno y cómo nos organizamos?

Deberes y temas del cole

Normalmente, todas las tareas que tienen que ver con la niña las realiza él. De hecho, se ha encargado de adaptar sus horarios laborales para poder realizarlas (con el parón en su carrera que eso implica porque, sí, si quieres dejar a tu hija en el cole a las 9.00 y recogerla a las 17.00 h, hacer con ella los deberes, etc. no puedes estar teniendo una reunión  a las 8.00, ni una conference call con California a las 18.00 h. Tampoco puedes viajar ni aceptar nuevos puestos de trabajo. Es un sacrificio, sí, pero también una elección personal y esta ha sido la suya. Cosa que aplaudo).

Él se encarga, por tanto, de llevar al día las tutorías, organizarse con #SMQSY, llevar los deberes al día, reforzar lo aprendido, etc. ¿Entro yo en este ámbito? Una vez al año y si está en la cama con 40º de fiebre. Es decir, en este tema yo no me meto. Puedo idear algún juego para aprender algo o para repasar lo aprendido, pero no en horario de deberes.

Asimismo, él es quien se encarga de prepararle el almuerzo, la ropa de repuesto, repasar que lleve todo lo que tiene que tener la madre al día siguiente, etc.

Comidas, meriendas, cenas… y aperitivos

Este tema lo tenemos dividido. Normalmente el desayuno lo prepara él mientras yo la peino. Podría azotarle con tres látigos cruzados para que la peinara él mientras, además, le prepara el desayuno, la bolsita del almuerzo, etc.; pero lo cierto es yo tengo más garbo con esto del pelo. Así que, una vez se viste, es mi labor hacerle el peinado del día y cerciorarme de que se va con la cara lavada y sin un solo resto de legaña. También me encargo de echarle colonia.

Los fines de semana suelo preparar yo la comida, a no ser que comamos arroz, que corre de su cuenta porque a mí me sale fatal. Aprovecho la mañana para cocinar y recoger mientras ellos hacen los deberes. También soy la encargada de azuzar para terminar rápido y bajar a patinar o con la bici.

Y las cenas suele hacerlas él porque yo estoy pendiente de la ducha, secado de pelo, etc. (y porque a esas horas mis ganas de cocinar son menos tres). No obstante, si hago la cena, también se la hago a ella porque, como comprenderéis, no la voy a dejar sin cenar porque no sea hija mía y sea responsabilidad del padre encargarse de eso. Eso sí, si hay que hacer huevos fritos, es tarea mía llueva o truene (sin puntilla y sin cuajar para ella; con puntilla y muy cuajados para él; con puntilla y poco cuajados para mí).

Los aperitivos los hacemos entre todos.

Duchas

Las duchas las gestiona ella sola. Nosotros  solo interferimos para tres cosas:

Decirle 7 veces que se duche
Decirle 7 veces que hoy toca pelo
Decirle 7 veces que salga

Del pelo nos encargamos dependiendo de cómo caiga. Eso sí, cuando es su padre, le digo 7 veces que se lo aclare bien. No porque lo vaya a hacer mal, sino porque al día siguiente tendremos a #SMQSY mandando correos compulsivamente diciendo que no le hemos lavado el pelo. Así que, cuando le ataca esta fiebre, llega un momento en el que empiezas a obsesionarte con el tema.

Y luego hay cosas que hacemos en equipo simultáneo, como lavarnos los dientes, el ritual de acostarse, etc.

Una familia reconstituida con tareas domésticas compartidas

En fin, como veréis, nos organizamos como cualquier familia, solo que en las familias «normales» no hay que dar explicaciones ni hay nadie mirando con lupa para ver en qué mínima cosa fallas y utilizarla en la próxima modificación de medidas. En este caso sí hay que darlas porque parece ser que el hecho  de que tu pareja se encargue de ponerle la cena en el plato a tu hija mientras tú estás en el baño es un ejemplo de irresponsabilidad. Y, como he dicho, llamar «irresponsable» a un padre viste mucho y sale muy barato.

Respecto a quién limpia, pone lavadoras, plancha, recoge… Tenemos a una persona maravillosa en casa que se encarga de eso. Y si no está, nos lo repartimos (excepto el tema lavadora, que es cosa mía porque en cuanto me descuido, mi pareja sentimental mezcla colores, tejidos y olvida poner el activador de puños y cuellos. Siempre tan importante).

Y el lavavajillas es cosa de él porque mi visión espacial no permite optimizar el espacio.

Como veis, todo muy pragmático. Sin anulaciones. Sin explotaciones. Sin alienaciones. Sin más.