«La Interna»: así me llama su madre. Lo hemos descubierto porque, a raíz de lo que ocurrió ayer con la libreta de mamá, y como era de esperar, la peque ha dicho que no le dejé llevar el cuaderno. Así que ha aprovechado para decírselo a los Servicios Sociales dirigiéndose a mí como «La Interna». Es más, ha explicado que soy la persona que cuida cuando su padre la deja sola para ir a trabajar. Obviamente, lo que no ha dicho es que ese cuaderno no es un cuaderno cualquiera. Pero eso se lo diremos nosotros.

Volviendo al tema de La Interna, me siento contenta por eso de haber conseguido tener una entidad. Digo esto porque, hasta hace poco era «Esa que la cuida». Digamos que sustantivar el «Esa», siempre tan despectivo, es subir un escalón en el ranking de las categorías madrastriles.

Que se refiriera a mí en esos términos ya lo sospechaba. De hecho, lo confirmé ayer cuando, entrando con la niña al cole, me soltó sin venir a cuento:

-Tú eres la interna.
-¿Tu interna?
-Sí, porque me cuidas cuando papá me deja para ir a trabajar.
-No, no soy tu interna. Soy la novia de papá y te cuido porque te quiero y porque le quiero.

 

¿Habré acertado con esta explicación? ¡Vete tú a saber!

El caso es que el tema de los cuidados y los abandonos no es extraño. De hecho, el otro día mi chico me comentó que, antes de dormir, estaban viendo el scrapbook que le regalé por su cumpleaños y, al ver una foto de ellos cuando era un bebé, la niña le dijo:

-Mamá dice que cuando era así de bebé te ibas a trabajar y nos abandonabas

(Desde luego, esta madre es una mina. Es la madre que todo niño desearía tener).

 

Supongo que todo va en la línea de lo que quiere hacer creer: que el padre no cuida de la niña, que la cuidan terceros y que, «para eso tiene a #SuMadreQueSoyYo». Pues no, no es el caso y, aunque lo fuera, tampoco sería tan terrible. Creo que hay muchos niños en este país a quienes los abuelos (u otros terceros) llevan al cole y no por eso se es mejor o peor padre o madre.

 

Las madrastras también cuidamos

Al contrario de lo que ella cree, que me llame «interna» o que diga que soy la que la cuido no me hace menos. ¡Claro que la cuido!

La cuido, pero no por oficio, ni porque su padre no se ocupe de ella. La cuido porque somos una familia. Y, en las familias, los miembros se cuidan. Y porque la quiero e intento quererla bien, y cuando quieres bien a alguien, le cuidas.

La cuido llevándola al cole; la cuido friéndole los huevos tal y como le gustan: con yema que explote y sin puntilla; la cuido levantándome a que haga pis a las 4 am, como hace su padre; la cuido cuando vamos a patinar y me encargo de que lo pase bien, vuelva ilesa y haga deporte; la cuido cuando la abrazo para darle mimos; la cuido cuando me muerdo la lengua una y otra vez cuando dice alguna de las barbaridades que le ha dicho su madre; la cuido cuando fomento que la quiera; la cuido cuando hago los deberes con ella; la cuido cuando le enseño una palabra nueva; la cuido cuando se hace daño y le doy un besito; la cuido cuando le digo que tiene una familia enorme y maravillosa que la quiere; la cuido porque no sé hacer otra cosa. Y la cuido porque hago lo que hace su padre (no tantas cosas, pero sí muchas. Y no con tanto amor, porque es imposible, pero sí con muchísimo cariño y muchísima ternura).

Que me llame «interna» tampoco significa, más allá de su mente, nada. No significa ni abandono por parte del padre ni nada de lo que quiere hacer creer.

Así que no me molesta que se dirija a mí de ese modo, ni tampoco que diga con desdén que cuido de ella porque es lo que hago: la cuido y la protejo (lamentablemente, también la protejo de ella). Y creo que tampoco le molesta a su padre porque agradece que cuide de su hija, como cualquier persona que quiera bien a sus hijos agradece que les cuiden y les quieran.

 

NOTA: Por cierto, la palabra «cuidar», de hecho, me gusta mucho porque «Cuidar» procede etimológicamente del verbo «cogitare», que significa «pensar». Y pensar siempre es positivo.