Las preguntas que más me repiten suelen estar relacionadas con la relación que tengo con #SuMadreQueSoyYo:
¿Qué haces cuando os veis?
¿La saludas?
¿Qué haces si te insulta o te provoca?
Bueno, pues no puedo responder a estas cuestiones porque hace años que no coincido con ella. De un tiempo (mucho) a esta parte he intentado estar en un segundo plano.
Es cierto que esto no ha sido siempre así. Durante una época (un añito más o menos) sí acompañé a mi marido a algún intercambio; me vio en alguna ocasión… Pero bueno, la manera en la que conocía a la madre de mi hijastra no fue muy pacífica, así que siempre he evitado tener nuevos encuentros siempre que ha sido posible por esta y por otras razones… (además, cuando ha intentado meterme en el ajo, mi marido siempre me ha sacado de la ecuación).
Cuando hay público se viene arriba
A #SuMadreQueSoyYo le encantan las actuaciones estelares, sobre todo si hay gente delante. Los intercambios con vecinos; los festivales escolares; las reuniones de padres… son momentos en los que saca a relucir todo su potencial artístico y se marca un numerazo.
Las pocas veces que he coincidido con ella siempre han estado acompañadas de alguna actuación estelar como pegarse a la ventanilla y darle besos al cristal mientras arrancábamos para después gritar que casi la atropellamos; perseguirnos y ponerse en paralelo a nosotros en un carril de doble sentido para saludar a la niña mientras se acercaba pitando un coche de frente; perseguirme con el coche como si estuviera en el rally de Montecarlo; ver que estaba aparcada en el cole y hacerle fotos a lo que llevaba en los asientos del coche… Esas cosillas.
Así que hace años que tomé la decisión de poner todo de mi parte para no volver a coincidir con esta señora jamás.
A la niña no le hace bien
Por otro lado, y creo que lo comentaba en el post de por qué no voy a los festivales escolares, a la niña no le viene bien. Bastante tiene con estar escuchando sandeces día sí y día también como para ver cómo su madre enloquece en vivo y en directo. No. Ni le viene bien a ella ni a mí, que me situaría directamente en una situación de «enemiga». Y no, no quiero que me vea así.
No quiero ser su excusa
Y, por último, no tengo ningún tipo de relación con ella porque no quiero que me utilice como excusa para nada. En mi día a día hago un ejercicio de contención tremendo y constante cuando la niña me cuenta algo que ha dicho su madre que tenemos que hacer; o cuando intenta, a través de la niña, cambiar nuestras normas; o cuando llama por teléfono y se entretiene diciéndole a la niña que su hermano es un pesado…
Así que me resultaría terriblemente difícil tenerla delante haciendo el canelo y mantener la cabeza fría para no soltarle alguna fresca. Y eso… eso sería como darle un bidón de gasolina y una cerilla a un pirómano y no estoy por la labor. Si quiere excusas, que las busque en otro sitio. Yo no la voy a alimentar.
¿Y si coincides por casualidad con #SMQSY?
Pues en ese caso, como hice el otro día que coincidimos en el supermercado, salgo pitando por las escaleras como alma que lleva al diablo.
Así que, por todas estas razones y alguna más, llevo muchos años sin verle la cara. Es cierto que me pierdo algunos momentazos, como cuando se escondía entre los matorrales y encendía el flash de la cámara para grabar cómo llegábamos… Pero bueno, así se vive genial.
Así que, si podéis, probad a haceros a un lado y desapareced. Se gana calidad de vida.
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