No sé si hay trucos para sobrevivir a un novio con hijos. A veces recuerdo esas palabras de Diana de Gales en su entrevista a la BBC: «En mi matrimonio somos tres», se lamentaba. Bueno, pues en el mío también, pero con otros roles (a dios gracias porque solo me faltaba).

Una de las cosas más complicadas de ser madrastra no es lidiar con los niños, en este caso la niña, sino mantener tu pareja sin que parezca que llevas 8 años casada. Esto es algo de lo que no suelo hablar, pero quizás sea lo más importante.

Cuando mi chico y yo comenzamos a salir no podía imaginar lo que iba a suponer esto a nivel de pareja. Todavía recuerdo cuando él intentaba hacerme ver, en los inicios de la relación, lo que implicaba tener un hijo, pero yo, que en aquellos momentos tenía la sensación de vivir en un festival hormonal, no le daba demasiada importancia. Sin embargo, mantener una relación con alguien que tiene hijos cuando tú no los tienes no es fácil, entre otras cosas porque tienes que renunciar a muchas cosas a nivel de pareja. Hoy voy a hablar de eso porque quizás, gestionarlo bien, sea la clave de la supervivencia.

 

5 trucos para sobrevivir a un novio con hijos

Tener una novio con hijos significa estructurar tu pareja de una forma totalmente distinta y eso afecta a todos los aspectos de tu relación, desde las cosas más cotidianas y superficiales hasta a los cimientos.

Cuando nosotros comenzamos a salir, por ejemplo, nos veíamos en función del régimen de visitas. Eso, al principio de una relación, es una faena. Ahora nos vemos cuando queremos, pero la niña se despierta a media noche y se viene a dormir entre los dos y se acabaron los momentos chachis de cama mañaneros. En fin, cada etapa tiene sus cosas.

No obstante, nosotros intentamos que esto no impacte en nuestra relación, aunque a veces es tremendamente difícil.

 

Ponte en su lugar

Una de las primeras cosas que me dijo mi madre cuando le dije que estábamos juntos fue: «Ten en cuenta que lo que más se quiere en el mundo es un hijo». Y eso lo tengo siempre presente. Es más, me alegra que sea así. De hecho, si en algún momento hubiese intuido o percibido que él no quería hacerse cargo de la niña o intentaba escaquearse de sus responsabilidades, no habría continuado con esta relación.

Esto, a nivel de gestión diaria de la pareja implica muchos sacrificios: no puedes dedicarte todo el tiempo que quieres, tu tiempo libre se organiza en función de los horarios de la niña, del régimen de visitas… pero yo intento apoyarle en todo lo que necesita y le facilito su labor de forma incondicional.

 

Buscar tiempo en pareja de calidad

Cuando me veo con el pelo en una coleta mal hecha e intentando que la niña se meta en la bañera o se vista o recoja la habitación, me siento como una señora que lleva casada ocho años. Y eso me da más miedo que una vara verde. Es más, aunque tengo una relación fabulosa con la niña, la quiero a rabiar y disfruto muchísimo de ella, echo mucho de menos no poder estar más tiempo a solas con mi pareja.

Por eso, momento que estamos sin la niña, momento que dedicamos a estar juntos, aunque solo sea hablando de chorradas. Y, mientras tanto, intentamos buscar huecos para mandarnos un mensaje, dejarnos una nota romántica en la nevera o hablar un rato cuando hemos conseguido que se duerma. Es cierto que a veces nos deja tan agotados que nos metemos en la cama y no nos decimos ni buenas noches, pero tratamos de que sean las menos.

 

Habla, habla, habla…

La comunicación es esencial en cualquier pareja, pero en estos casos más. Que tu pareja tenga hijos hará que tengas que enfrentarte a situaciones que, de no ser así, nunca vivirías. A veces son preciosas porque tener la oportunidad de criar a un niño es maravilloso (yo estoy disfrutando mucho), pero esto conlleva también muchos problemas, no tanto con el niño, sino con su entorno que pueden ser complicados de gestionar. Además, como pareja también te enfrentas a situaciones que, de estar solos, no existirían.

Nosotros hablamos mucho y yo, desde luego, no me corto en decirle lo que pienso o lo que siento, ya sea bueno o malo. Y él también. Esto nos ayuda a entendernos, a ponernos en el lugar del otro (tanto él en el mío como yo en el suyo) y a hacer las cosas mejor. Al fin y al cabo, en nuestro caso no tenemos solo que aprender a convivir dos, sino tres.

 

Olvídate de la madre de las criaturas

Esto es quizás lo más complicado. Siempre he dicho que lo complicado de ser madrastra no es lidiar con los niños, sino lidiar con la madre. Si es conflictiva, que afortunadamente no siempre es así, ella será tu principal fuente de quebraderos de cabeza. En nuestro caso, tiene totalmente vetado el acceso a nuestra pareja. Aunque lo ha intentado, jamás me he dejado influir por comentarios, apreciaciones, etc. Sin embargo, el conflicto como progenitores, al final, salpica a todos.

Yo he optado por mantenerme al margen y no tener ningún tipo de relación con ella, siendo mi chico quien mantiene el 100% de contacto. Aun así, yo estoy al tanto del día a día de ambos y de su relación como padres y termino sufriendo igual que él. Eso puede ser muy peligroso porque lo pasas realmente mal por tu pareja. Por eso, yo intento tomar distancia e intentar que el día a día con la madre de la niña no influya en nuestra relación, ni en nuestra vida. No hay que darle ni un segundo más del estrictamente necesario.

 

Tú eres lo primero

Tu pareja es importante, su hija es importante, intentar ayudarle y que le afecte lo menos posible la última movida con su ex es importante, pero tu bienestar es más importante que todo eso. Estas situaciones desgastan mucho: vives en permanente conflicto, tienes que tratar con una niña, meterte en un rol que desconoces y que, generalmente, no es agradecido; estar ahí para apoyar a tu pareja que es, sin duda, quien peor lo pasa… Por eso es importante que no olvides que tu bienestar está por encima de cualquier otro.

A veces tengo la sensación de que en mi mano está poder sacarlos a los dos de donde están; poder hacer que mi pareja se sienta mejor, que la niña sobrelleve mejor la situación… Y no es así. No es así ni debe ser así. Es normal tener estas sensaciones, pero no puedes dejarte la piel. Igual que en los aviones, ante una bajada de presión, tienes que ponerte primero la mascarilla y después ponérsela al otro, aquí es lo mismo.

Toma distancia, relativiza, no te creas una superheroína, no eres la madre de esa niña, tampoco la madre de tu pareja… Tómate tiempo para ti, para preocuparte por tus cosas, para tener una vida aparte de esta (que es muy absorbente). Si conocer ciertos temas te hace daño: dilo. No estás fallando a tu pareja, no estás dejando de apoyarle porque prefieras que no te los cuente… Para sobrevivir como madrastra tienes que dejarte el corazón en todo, pero siempre con cabeza. Y, por supuesto, tu pareja tiene que apoyarte de forma incondicional. Si no, estás vendida.

 

En fin, espero que os haya servido. Hay más cosas… hay tantas cosas que es muy difícil ponerlas en un post, pero creo que estas cinco son importantes. Una relación con una persona que tiene hijos, cuando tú no tienes hijos propios, es complicada, pero también puede ser muy bonita. Como todo, tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Yo, si soy sincera,  soy incapaz de imaginarme nuestra relación sin que esta Pispajilla nuestra nos trajera de cabeza. Aunque sé que sería fabulosa igualmente.