Resulta que Jose quiere ser su novio. Eso es lo que me contaba por teléfono y con el grito en el cielo hace unos días, tras salir del cole y mientras merendaba de vuelta a casa. Estaba indignada.

Se lo contó a su padre después de que la profesora le dijera a éste en una tutoría que nuestra Pequeña Dictadora tiene al Pobre Jose enfilado y que el otro día le pinchó con un boli en la mano. Ella niega los hechos:

-¿Es verdad que le has pinchado con un boli a Jose en la espalda? -le pregunto con semblante serio.

-¡No! ¡No es verdad! ¡Ha sido un lápiz! -contesta mostrando su enfado ante tan incierta acusación.

 

Resulta que Jose es el mismo Jose al que lleva zurrando desde Infantil por cualquier razón. Pero, a pesar de eso, él, abrumado por tan tamaña personalidad, le ha dicho que quiere ser su novio.

-Pero claro, tú no quieres ser su novia, intuyo… 

-¡No! Ni  de él ni de ningún chico. Solo tuya.

-Pero yo ya soy la novia de papá.

-Pues hablamos con papá para que tenga dos novias. Tú y yo-resuelve mientras le limpio después de hacer caca (nuestras conversaciones mientras hace caca suelen ser muy fructíferas).

En ese momento, pienso en la propuesta, me viene a la cabeza #SuMadreQueSoyYo y calculo cuánto nos costaría abordar judicialmente algo así en caso de que a la niña se le ocurriera decirle a su madre que vamos a ser novias de papá. Me da un vahído.

 

Cómo gestionar el enfado

El caso es que esto nos ha servido para hablar seriamente con ella sobre cómo gestionar sus enfados y que no se convierta en el terror de clase:

-¿Le has pinchado con un boli porque no te gusta lo que te dice y te has enfadado con él?

-Un lápiz. 

-Un lápiz. ¿Ha sido por eso?

-Sí -dice en bajito y moviendo la cabeza afirmativamente.

-¿Y tú crees que los enfados se pasan o se solucionan pegando o pinchando con un lápiz?

-Nop…

-Cuando tú y yo nos enfadamos; o papá y tú os enfadáis, ¿nos pegamos todos o hablamos, lo solucionamos y hacemos las paces?

-Ha-blamos y-hace-mos las paces…

-Y cuando yo no quiero algo y tú sí, ¿te pego o te digo simplemente que no quiero?

-Me dices que-no quie-ressss

-Bueno, pues la próxima vez, en vez de pincharle con un boli a alguien, puedes hablar con esa persona y solucionarlo, ¿no?

-Sí -dijo solo moviendo la cabeza, cosa que no me dio ninguna confianza-. ¡Pero fue un lápiz!

 

Al final quedamos en que, a partir de ahora, cuando se enfade va a intentar hablar en vez de liarse a tortas con los compañeros. Veremos a ver si es cierto porque tiene la mano muy larga. Espero que sí porque hemos sellado el acuerdo con un abrazo de promesas para cumplir. 

En cuanto al plomete de Jose , creo que le presentaré a la que sería su suegra, así como tratamiento de choque, a ver si reacciona (o tendré que sacar mis gadgetoarmas de suegrastra para decirle que no es no y no hay más que hablar antes de que mi Pequeña Dictadora se lo cargue).