¡Estamos de vuelta! Las vacaciones han terminado y antes de contaros lo que nos espera con la vuelta al cole, os voy contar los momentazos de nuestras vacaciones.

 

Momentazos de las vacaciones

Nuestras vacaciones han estado repletas de momentazos patrocinados por Mi Pequeña Dictadora, como este que compartí en Twitter, que no se me olvidarán en la vida…

 

 

Mi Pequeña Dictadora se ha enamorado

Mi hijastrita ha conocido el amor por primera vez en su vida. Por eso, con decisión, valentía y una ternura que casi me deja del revés, le confesó a su padre en privado:

Ese es el chico con el que me voy a casar.

El chico en cuestión no era otro que uno de los animadores del hotel. Bien es cierto que, en un principio, y por los prejuicios que te da la edad, yo aposté por el alemán (rubio, alto y con ojos azules) como agraciado, pero no. El agraciado fue Toño: un andaluz súper gay, pero que a ella la encandiló porque estaba todo el día sonriendo y se ponía faldas de tul rosa.

Así fue como descubrimos que se ponía roja cada vez que Toño la saludaba; que si le hablábamos de Toño tenía que ser en bajito para que nadie se enterase de que le gustaba; y que sí, con 6 años ya se contiene la respiración cuando te gusta alguien.

 

Desmayo en el ascensor

Como sabréis, mi hijastrita es una peliculera de tomo y lomo (como su madre, pero a estas edades resulta gracioso). Y lo demostró claramente uno de los últimos días.

Mi chico y yo nos cortamos bastante en cuanto a las carantoñas delante de ella porque, con esa madre, un simple pico puede hacer que dé con mis huesos en el penal de Brieva. Pero a ella le hace ilusión que nos demos besos de amor. Por eso, un día ya se me inflaron las glándulas mamarias y viéndola con tantas ganas le dije para mantener la emoción:

En cuanto entremos en el ascensor nos damos un beso

Y así fue. Entramos los tres en el ascensor y en ese metro cuadrado nos dimos un pico súper casto, pero que yo aliñé con un

¡Mmmmmmuak!

 

Tal fue el impacto y la alegría que fingió un desmayo y se nos quedó tirada todo lo larga que es y con la lengua fuera en el metro cuadrado. ¿Se puede ser más teatrera? Desde entonces la llamo Peliculitas.

 

Baños de noche en el mar y lluvia de estrellas

El primer día empezamos fuerte salimos a la playa de noche. Estábamos completamente solos y el mar estaba en calma. Empezamos mojándonos los pies y terminamos dándonos un baño por todo lo alto.

Mientras Peliculitas saltaba y gritaba porque la emoción de la situación era insuperable, yo le daba la brasa para que no se mojara el pelo. Pero se lo mojó. Y yo terminé en suje y bragas (como las señoras poco previsoras) saltando con ella y saliendo cada poco por si nos mordía un tiburón en mitad de la oscuridad.

Unos días después quisimos repetir, pero ya el tiempo no nos acompañó. Eso sí, nos tumbamos y vimos las estrellas esperando una estrella fugaz y preparados para pedir deseos, pero no tuvimos suerte.

 

¿Por qué no puedo verte los pechitos?

Mi hijastrita está con ganas de verme las alegrías y se ha pasado las vacaciones persiguiéndome para verme tal cual: en bolas. Esto significa que yo me he pasado las vacaciones tratando de evitar que consiguiera su cometido. Esto ha dado lugar a muchas preguntas:

-¿Por qué Papá puede verte desnuda y yo no?
-Porque Papá es mi novio.

 

También ha intentado crear similitudes respecto a su otra casa:

-Pues a mamá le veo los pechitos.
-Claro… normal.
-Y a la abuela también…
-Pero eso debe ser una pesadilla! -oía murmurar a su padre desde la otra habitación (no se caen bien).

 

También ha intentado llevarme a su terreno a través de la lógica:

-Tú puedes verme desnudita porque eres una chica, ¿a que sí?
-Sí
-Y Papá también porque es Papá y los papás pueden
-Claro que sí

Como buena estratega dejaba la conversación ahí y esperaba la hora para sacar su baza, que no era otra que el momento en el que se daba cuenta que, una vez más, me había desnudado y cambiado de ropa sin que se diera cuenta:

-¿Por qué te escondes si tú y yo somos chicas?

 

Por eso decidió establecer otra estrategia, la de detectar el lugar en el que me solía cambiar y vigilarlo. Ese lugar era el baño. Así fue como un día, hábilmente, se dispuso a hacer caca justo cuando yo salía de la ducha. Unos minutos después, mientras ella esperaba paciente ver el espectáculo, entré al baño ya con los tacones y con todo. En ese momento no pudo más y me pidió explicaciones:

-Ahhh, o sea, que no se cambias aquí porque estoy yo, ¿eh? ¿Por qué?

Estaba cabreada. En fin… algún día, dentro de muchos años, le explicaré que sí, que las dos tenemos lo mismo, que las dos somos chicas, que las dos podemos vernos sin que pase nada, pero que un simple pecho puede terminar en un proceso penal. Así de absurda es la situación. Por tanto y mientras tanto, los pechitos a resguardo.

 

La marea la sangre altera

Quince días hemos pasado sin un achuchón. Q U I N C E, que se dice pronto. Es más, ni siquiera a la hora de dormir hemos podido tener un momento de intimidad para contarnos nuestras cosas porque Mi Pequeña Dictadora, que estaba con los ojos abiertos como una lechuza, no dudaba en decirnos:

-¡Chicos, no habléis y a dormir!

Eso no quiere decir que no hiciéramos acercamientos furtivos (mamá, tápate los ojos, que esto no lo puedes leer).

Como decía, hicimos acercamientos furtivos que, como supondréis, fueron fallidos. Uno de ellos ocurrió tres o cuatro días antes de terminar las vacaciones. Llegamos a la habitación y quería hacer caca, momento que aprovechamos para hacernos un arrumaco de desesperación.

-No sale… no sale la caca

Oigo mientras estamos en mitad del momento furtivo.

-Ten paciencia, que saldrá

Eso me pareció un filón porque nos daba aproximadamente tres minutos de vía libre. No habían pasado ni quince segundos cuando oigo que se tira un pedo.

-Prrrr

En ese momento me derrumbé a todos los niveles, que son: psicológica, sexual y físicamente. Y me dejé caer en la cama, todo lo larga que soy, a medio camino entre la risa y el llanto, diciéndole a mi chico:

-¡Yo no puedo con esto!

Acto seguido oigo cómo la caca se deja llevar por la fuerza de la gravedad y con un ruido seco cae en el agua:

-Ya estáaaaaaaaa

Y hasta ahí nuestro encuentro furtivo de las vacaciones.

 

Broncas… 

Pero también ha habido alguna bronca que otra, como no puede ser de otro modo. Quedará para la posteridad una charla que tuvo su padre con ella mientras comíamos y en la que en un momento determinado le preguntó:

-¿Y para qué está ella aquí? -refiriéndose a mí
-Para llevarme a hacer caca

 

En fin, que nuestras vacaciones han estado llenas de anécdotas, de besos, de abrazos, de alguna bronca, de risas, de peces, de helados… Han sido tan maravillosas que, después de estar con la niña, yo me fui un día a un convento y después terminamos en un Hotel Only Adults. Eso sí, volvemos con fuerzas para retomar la Vuelta al Cole y todo lo que conlleva: juzgados, servicios sociales… y el catarro típico de la vuelta al cole, que será la primera catástrofe de la temporada.

Y, además, vuelvo confirmando lo que ya sabía: que mi chico es el chico más guapo de la galaxia y las galaxias colindantes.