Vacaciones e hijastros puede ser un oxímoron. Vacaciones teniendo una #SMQSY al acecho, también. Ambas cosas pueden ser algo incompatible. Impensable. Imposible. Horroroso. Vertiginoso… Bueno, no tiene por qué ser así, pero lo cierto es que muchas veces lo es. Y no porque no puedan convivir ambos conceptos, que en muchos casos sí, sino porque a veces influye tanto su entorno que es imposible tener unas vacaciones relajadas.

Mis primeras vacaciones con mi hijastra fueron estupendas. Viajes maravillosos repletos de rabietas, pero con una niña fabulosa. Sin embargo, conforme fue creciendo, se fueron complicando y, aunque hemos conseguido reconducirlas, hemos pasado momentos muy duros siempre patrocinados, por supuesto, por SMQSY.

Quiero estar con Mamá, quiero estar con Mamá

Nuestro tormento vacacional empezó cuando tenía cinco años años con esta frase. Recogimos a la peque, estaba contenta y feliz, pero… cuando llegó la noche dio un giro de 180 grados. Estábamos en un restaurante cenando, se puso a llorar y a decir que quería ir con mamá.

Esto puede ser normal cuando son pequeñitos. Todos los niños echan de menos a su madre, sobre todo si conviven más con ella o, como es nuestro caso, la ve todos los días. Sin embargo, hay cosas que no son tan normales. En nuestro caso, la niña empezó a argumentar por qué tenía que volver con su madre:

-Si fueras un buen papá, me llevarías con mamá.

-Tengo que volver con mamá porque papá me pega y, como me pega, tengo que estar a salvo con mamá.

-Mamá está sola y piensa mucho en mí, puedo estar contigo un ratito cada día y luego me llevas con ella.

-Los niños tienen que estar con su mamá y si me quisieras, me llevarías con ella.

Como supondréis, y como dirían en mi pueblo, esto no se había cocido en su puchero. Por mucho que le explicábamos que iba a pasar unos días con nosotros; que mamá estaba bien y quería verla bien; que sabía que papá no le pegaba… no conseguíamos mejorar la situación.

Además, a veces SMQSY aderezaba el asunto diciéndole cuando hablaba con ella cosas como:

-Venga, dile a Papá que te traiga, que yo te espero despierta

Y ahí teníamos a la niña llorando hasta que caía rendida porque pensaba que su madre estaría despierta toda la noche esperándola y al ver que no iba se iba a preocupar. Aquel verano fue un infierno.

Vacaciones con hijastros, un pico de estrés

Las vacaciones con mi hijastra han sido durante mucho tiempo una situación súper estresante, pero no solo por cómo se encontraba ella que, al final, era y es un reflejo de la situación familiar que tiene.

La llamada de teléfono era un auténtico infierno, por ejemplo. A mí me producía verdadera ansiedad. El estrés llegó a ser tal que cuando se acercaba la hora de la llamada, yo me marchaba; y si nos pillaba en el coche lo pasaba realmente mal. No podía soportarlo. No era capaz de estar ahí. Quería huir, en definitiva, y no quería oír. Y si era su padre quien llamaba, esperaba con miedo el parte: ¿habrá ido bien? ¿Mal? ¿Qué habrá pasado hoy? ¿Cómo estará? ¿Qué nos encontraremos?

Ahora ya es distinto porque el paso del tiempo te curte y te cura de espanto, pero tengo que reconocer que cada vez que suena el teléfono (porque mi marido sigue teniendo el mismo tono y lo asocio a esos momentos) me pongo mala. Las llamadas para mí han sido muy desagradables durante muchos veranos.

En cualquier caso, las vacaciones de verano con mi hijastra siempre han traído situaciones muy desagradables. Desde el verano que #SMQSY se dedicó a llamar a los compañeros de trabajo y familiares de mi marido para decirles que había secuestrado a la niña, cuando en realidad la habíamos recogido el día anterior porque pasaba esa quincena con nosotros; hasta el verano que metió unas cautelares urgentes para que no pasara las vacaciones con nosotros porque ella tiene vacaciones todo el verano y el padre trabaja como la mayoría de los mortales; pasando por aquel verano que decidió no pagar un recibo del colegio y tuvimos que volver a Madrid en mitad de las vacaciones porque si no, no le formalizaban la matrícula por tener una madre morosa a la que no conseguían localizar. O aquellas vacaciones de Navidad que fue al médico a decir que la niña le había dicho que su padre abusaba sexualmente de ella… Fueron unas navidades maravillosas. En fin.

¿Qué se puede hacer para que #SMQSY no te arruine las vacaciones con los hijastros?

Poca cosa más allá de asumir que no puedes controlar el comportamiento de la otra parte y que hay cosas que no vas a poder evitar. No podrás evitar, como no hemos podido ni podemos nosotros, las llamadas de teléfono impertinentes; ni los números que monta si la niña se pilla una otitis piscinera; ni los llantos de la niña si su madre le dice que está sufriendo porque la echa de menos en vez de animarle a que se lo pasen bien. Tampoco podrás evitar que acuda a un médico a decir barbaridades o que llame a tu trabajo a decir que has secuestrado a tu hija. O que te denuncie por VG justo cuando te vas de vacaciones… No lo vas a poder evitar.

Pero lo que sí puedes hacer es tomar distancia y tomártelo como una enfermedad crónica, que es lo que viene a ser tener enfrente a una persona así. Es decir, aprender a convivir con ella y, dentro de las circunstancias, intentar tener la mejor calidad de vida posible, aunque a veces es muy difícil.

Tengo que reconocer que el nacimiento de nuestro hijo me ha cambiado mucho el chip y ha reorganizado mis prioridades. Ahora mi prioridad somos nosotros cuatro y para que las cosas vayan bien, tanto con uno como con la otra, hay que intentar que nada de nuestro entorno nos desestabilice. Si mi marido o yo nos desestabilizamos, se va todo a tomar viento.

¿Y cómo lo hago? Pues mirad: ahora si llama, llama. Si cuando llama por teléfono la niña está enfadada porque hemos hecho algo que no le gusta, pues vale. Que se va tosiendo porque está acatarrada y llega un mail incendiario, muy bien. Que la madre monta un pollo porque su llamada coincide con que el niño se va a dormir y está puesta la música de ir a dormir y eso le molesta porque piensa que lo hacemos a propósito para importunar durante la llamada, que lo monte. Que llamamos a la niña y nos suelta alguna bordería, llama a su padre «mentiroso» o la madre y el novio están haciéndole el Baile del Gorila para que no preste atención, mañana será otro día. Y así… Resbalando.

Eso sí, hay veces que no se puede. Si el día de Nochebuena te enteras de que va diciendo barbaridades a un médico, el disgusto te lo llevas y a tomar viento las vacaciones. O si viene la policía a detenerte, pues en fin. Pero fuera de estas cosas más graves, lo demás puede gestionarse con práctica y distancia.

Así que, si estáis en esta situación y #SMQSY os fastidia las vacaciones, mucho ánimo y tranquilidad. No entréis en su locura o, además de perder el tiempo y arruinaros las vacaciones, os llevará a vosotros y a vuestra salud por delante.

¡Feliz verano!