31 de diciembre. Ha llegado el momento de despedir a 2017 y pensar en los Propósitos de Año Nuevo. Las despedidas de los años no suelen ir acompañadas de medias tintas. Los despedimos sin contemplaciones si no han sido benévolos o como despides a un ser querido a quien no volverás a ver en mucho tiempo: corriendo detrás de él para que no se vaya.

Yo despido a 2017 de esta última forma. Este año ha sido intenso. Hemos vivido todo tipo de momentos, algunos muy duros, pero ha sido un año que pasará a la historia de mi vida como un buen año.

En 2017 nos hemos afianzado como una familia. Con nuestras peculiaridades y nuestras normas, pero una familia. Así nos lo hizo saber la peque una noche cuando dijo que su familia somos papá, mamá, ella y yo. No hay mejor descripción.

Hemos aprendido a querernos bien porque no ha sido fácil. Respetando nuestros sentimientos, atándolos en corto en algunas ocasiones y reeducándolos en otras. Hay veces que es difícil agarrar el corazón, darle pautas y ponerlo en su sitio cuando se te escapa.

2017 será el año en el que aprendí que puedes querer como una hija a alguien a quien nos le has dado la vida, pero a quien intentas dársela cada día porque mientras estás con ella vives para eso: para que viva (porque vivir no es lo mismo que estar vivo). Será el año en el que a la peque se le empezaron a escapar los te quiero constantemente, en el que me dijo que me quiere porque le doy abracitos a papá y en el que su cariño ha empezado a medirse como una línea muy muy larga y preciosa. 2017 será el año en el que mi peque aprendió que yo la quiero millones de barbaridades.

Y durante este año, en el que tenía muchas esperanzas aunque sabía que sería duro, mi chico y yo hemos terminado siendo uno solo en muchas cosas; queriéndonos más y mejor, siendo un mejor equipo, remando en la misma dirección (sin límite de error) y  luchando por ella al unísono porque sabemos que queremos un futuro con los tres juntos. Hemos conseguido mirarnos y que no hagan falta palabras, que uno de nuestros momentos favoritos del día sea cuando bailamos los tres juntos frente al espejo mientras nos lavamos los dientes antes de ir a la cama y que estemos seguros que queremos que esto siga siendo así.

También será el año en el que nuestra Pequeña Dictadora y su padre han aprendido a patinar. Ahora salimos los tres juntos y dejamos que el aire nos dé en la cara. Nos reímos y nos hacemos pis de la risa (literalmente). Será el año en el que hemos decidido que si no hay cuentos que cuenten nuestra historia, nos los inventamos y hemos visto que leyéndolos antes de dormir somos mucho más felices.

Además nos hemos tirado por los toboganes gigantes en bucle, incluso los tres juntos, una y otra vez (y otra, y otra, y otra, y otra…). Hemos aprendido a bucear y hemos visto decenas peces de colores rodeando nuestros pies. Eso ha hecho que gritemos de susto y emoción al mismo tiempo (y que nos pasemos el verano en remojo, como los garbanzos).

En 2017 hemos depurado nuestro arte de hacer disfraces y nos hemos disfrazado de bruja, de galaxia, de superheroína… Será un año que pase a la historia porque se nos cayó el primer diente, porque aprendimos a leer y escribir, porque le preparamos la primera fiesta sorpresa a papá y también a ella… Y porque dormimos al aire libre una noche de verano para pedir deseos a las estrellas fugaces lentísimas.

2017 será el año en el que empezamos a referirnos a nosotros en primera persona del plural.

Espero que 2018 venga repleto de todos los buenos momentos de este año que dejamos , de menos malos y muchos nuevos y mejores. Que sigamos remoloneando los días de fiesta en la cama, que sigamos teniendo el privilegio de seguir cuidándola cuando esté malita, que sigamos cambiándole las sábanas si se hace pis, que sigamos peinándola a toda leche porque llegamos tarde al cole…

A 2018 también le pido que a nuestra Pequeña Dictadora empiece a gustarle mi crema de calabaza (o que depure mi técnica culinaria) porque os aseguro que la hago con mucho cariño. Y Justicia. A 2018 le pido Justicia.

Por un 2018 lleno de guerras de almohadas. Por un 2018 que os traiga todo lo mejor. Por un 2018 en el que sigamos compartiendo experiencias y aprendiendo de vosotros. Gracias por estar ahí. Todos los que seguís este blog habéis sido un regalo para nosotros tres. No imagináis hasta qué punto…

¡Feliz Año!